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martes, 25 de mayo de 2010

Carta a los periodistas

Queridos amigos y amigas periodistas: partimos de la premisa de que ustedes trabajan para nosotros, los ciudadanos de este país. Por lo tanto, nuestra opinión sobre su labor debería ser importante. No queremos que ustedes se conviertan en eso que tanto le achacan ser a los políticos: personas desligadas del sentir nacional. Así que queríamos compartir algunas preocupaciones que tenemos sobre su trabajo.

Primero, no es posible que en este país solo haya noticias de sucesos o “farándula”. Algunos telenoticieros pasan más de la mitad de su emisión informando profusamente de atropellos, asesinatos, las nuevas “bubis” de alguna modelo nacional y lo que pasó en alguno de los programas de variedades del mismo canal. No se trata de negar la realidad, pero pasar dos o tres días hablando repetidamente de un mismo asesinato no parece tener valor informativo. Aquí el tema es que cuando ustedes informan sobre algo en detrimento de otra cosa, una parte de la realidad queda oculta. Pero además asumen que nosotros somos personas morbosas y superficiales que nos regodeamos con la nota roja y de farándula. Y no es así. Pero aún si fuera así, deberían educarnos para interesarnos en otro tipo de información, no simplemente darle rienda suelta al morbo popular.

Segundo, y relacionado con lo anterior, es absolutamente factible informar sobre sucesos sin caer en el sensacionalismo. Nosotros creíamos que esto no era posible, pero ahora que tenemos acceso al cable y por lo tanto a programas de noticias internacionales, nos damos cuenta que sí. No vemos ahí tomas desgarradoras de niños atropellados o insensibles entrevistas con familiares de las víctimas. Sobre todo esto último es insoportable. Hay un umbral íntimo en las familias que nadie, ni siquiera en nombre de la libertad de prensa, tiene derecho a transgredir. No queremos saber si a una madre le duele el asesinato de su hijo, ni si la gente estaba triste en el entierro de la mujer asesinada por su esposo. Lo podemos imaginar.

Tercero, por favor no nos subestimen. No traten de guiarnos a una conclusión específica sobre un tema de interés nacional. No usen adjetivos cuando informan. Hace unos días un matutino publicó en su primera página el titular “Jugoso aumento quieren 45 diputados”. ¿Para qué calificar el aumento? Para las opiniones personales están las secciones correspondientes. ¿No habría sido mejor usar un titular que dijera algo así como “45 diputados impulsan aumento de salario”? La conclusión de si es jugoso o no nos corresponde hacerla a nosotros, no a ustedes, aun una tan obvia como esta. No nos ayuden.

Cuarto, cuestionar el enfoque periodístico no es un ataque a la libertad de expresión. El título de periodista no les otorga objetividad automática. Ustedes, como nosotros, están marcados por la subjetividad. Para tratar de ser objetivo hay que estar consciente de esto y hacer un esfuerzo sostenido para equilibrar las opiniones propias con la necesidad de informar objetivamente. Debe ser muy duro, pero el buen profesional en comunicación tiene que intentarlo siempre.

Quinto, la autocrítica es deseable. Cometer errores no tiene nada de malo. Puede ser que se les haya ido la mano en algo o que hayan presentado una información sesgada aun sin mala intención. La respuesta a esto es tratar de mejorar siempre, no cerrar filas y defenderse a toda costa. Todos, incluso ustedes, somos humanos y por lo tanto propensos a cometer errores. Pero en el caso de ustedes, su error tiene una influencia que no es posible desestimar. Porque en muchos casos, nosotros forjamos una opinión sobre ciertos acontecimientos a través de lo que ustedes nos informan. Por eso tenemos que saber que están dispuestos a aceptar honestamente que se equivocaron. La recompensa es la credibilidad.

Por último, déjennos regodearnos, aunque sea por un día, de alguna buena noticia. Cuando se informa sobre lo que el país ha alcanzado en el algún ámbito de la vida nacional, inmediatamente viene un cuestionamiento. Cuando instituciones internacionales dicen que el país es exitoso en algún campo, celebrémoslo y sigamos adelante. Pero pareciera que para ustedes una noticia de este tipo requiere un desmentido automático. Entendemos que hay algunas fuentes sospechosas, pero en otros casos el sospechoso es el “experto” o la “ONG” a la que se acude para desvirtuar lo alcanzado.
Les hacemos estas observaciones porque estamos conscientes de la importancia del trabajo que ustedes hacen. Y porque necesitamos que sean cada vez mejores, porque si ustedes lo hacen nosotros saldremos beneficiados. Y el país. No es poca cosa.

Atentamente, la opinión pública.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Déficit y reforma fiscal

Este año el país enfrentará un déficit fiscal de alrededor de un 5%. El tema es serio y merece una reflexión igualmente seria, y no un debate plagado de juicios de valor y sin considerar todos lo elementos necesarios para tener una posición informada.

Lo primero es explicar el origen del déficit. Costa Rica, con una economía muy pequeña para sustentar su crecimiento en la demanda interna, ha apostado por la integración comercial internacional para generar el dinamismo necesario que nos permita alcanzar mejores niveles de vida. Precisamente por esto la crisis tuvo un impacto directo en el país, el que si bien fue menor que otras latitudes, siempre resultó en una disminución de la producción nacional como no se había visto en las últimas décadas.

Y cuando un país produce menos, el Gobierno recauda menos. Pero las necesidades siguen siendo las mismas. La receta tradicional ante un desbalance como este era recortar gastos, sobre todo en el ámbito social, que es normalmente en el que se invierten más recursos. Pero esta vez, con la aquiescencia de los organismos financieros internacionales que hace 25 años recomendaban exactamente lo contrario, se concluyó que lo mejor era enfrentar esta disminución en la producción de riqueza aumentando el gasto público, aunque fuera necesario incurrir en déficits fiscales en el proceso.

Eso precisamente fue lo que se hizo en Costa Rica. Por eso se utilizaron recursos públicos para capitalizar los bancos estatales, de manera que el crédito no dejara de fluir al aparato productivo nacional. En esa dirección se ejecutó un Plan Alimentario que garantizó el suministro de granos básicos, pero además estimuló la actividad agrícola. En la misma línea se agilizó la ejecución de algunos proyectos de infraestructura con fondos del presupuesto. Y así con un conjunto de medidas, recogidas en el Plan Escudo, que tenía como objetivo intentar compensar la desaceleración económica y proteger el empleo.

Pero más importante aún, se reforzaron los presupuestos de los programas de asistencia social, a partir de la premisa de que los que menos tienen debían ser protegidos del embate de la crisis, y que, sobre todo, la pérdida de ingreso familiar no terminara hipotecando el futuro de los jóvenes que se verían obligados a abandonar sus estudios para sumarse prematuramente a la fuerza laboral.

Gracias a esta medidas, el país pudo atenuar el golpe. Pero por supuesto que tuvo un precio: el déficit fiscal. No prueba esto -como están empezando a afirmar algunos economistas que comienzan a asomar la cabeza después de que la aplicación de sus teorías de libre mercado sin regulación precisamente causaran la crisis-, falta de disciplina o irresponsabilidad fiscal, sino más bien la imperiosa necesidad de una reforma fiscal que produzca suficientes recursos para sostener y ampliar la red de asistencia social que requiere el país, así como la inversión en ámbitos estratégicos como infraestructura y ciencia y tecnología que son requisito fundamental para dar ese salto cualitativo que el país necesita.

El problema es evidentemente de estructura tributaria y no tiene que ver únicamente con el nivel de crecimiento económico. Esto quedó claro en los años precedentes a la crisis, en los que pese al dinamismo de la economía y a niveles de recaudación sin precedentes, el país siempre tuvo que sacrificar inversión en algunos ámbitos cuando por ejemplo se presentaba una emergencia. ¿Cuántas nuevas escuelas se habrán tenido que sacrificar para atender daños provocados por inundaciones? ¿Cuántos CEN-CINAI se tuvo que dejar de abrir para poder reconstruir los daños provocados por los temporales en las carreteras? Estos costos de oportunidad existen en proporción directa a la escasez de recursos fiscales y aun una economía boyante como la de esos años no pudo producirlos.

El tema debería ser entonces como dotar de más recursos al Estado y no el de cuáles gastos recortar para equilibrar las finanzas públicas. Una reforma tributaria progresiva no solo es oportuna, sino además impostergable.

viernes, 14 de mayo de 2010

Ensalada de temas, segunda parte

Consciente de que segundas parte nunca fueron buenas (salvo quizás la de El Padrino), y no completamente seguro ni siquiera que la primera parte lo fuera, me mando con una segunda ensalada, con el firme propósito de que en algún momento me voy a sentar a escribir un artículo como Dios manda.

- El gasto ejecutado del MEP como porcentaje del PIB durante el 2009 fue de 6,47%. El nivel de ejecución presupuestaria de ese Ministerio fue del 97,5%. Si se incluyen los recursos invertidos en el INA, el monto invertido en educación en el país en el año 2009 con respecto al PIB fue de 6,85%.

- NO es cierto que al finalizar su período constitucional los diputados salgan con una pensión de un régimen especial. Esto existió en el pasado pero se derogó hace muchos años. A cada rato oigo este argumento como si fuera cierto y no lo es.

- ¿Marcha nacional en contra del aumento de salario para los diputados? Espero que no haya paro de labores para ir a la marcha, porque la suspensión de servicios públicos le puede terminar costando al país más que el aumento de salario de los diputados...

- Costa Rica no es un país inseguro. Definitivamente se ha vuelto más inseguro que antes y esta es una tendencia que debemos revertir, pero sigue siendo, para los estándares internacionales, un país bastante seguro, el tercero de América, según una reciente publicación internacional. Lo anecdótico no puede desvirtuar las estadísticas.

- La sensación de inseguridad la refuerza el pesimismo. Y el pesimismo se ha convertido en el negocio de muchos medios de comunicación. ¿Cuántas buenas noticias ha escuchado/visto/leído en la última semana? ¿Cuántas noticias negativas? Me resisto a creer que este país esté tan mal como lo pintan algunos medios. Si no, no seríamos el pueblo más feliz del mundo (cosa que esos medios han tratado de desvirtuar a toda costa). ¿Por qué se ha vuelto políticamente incorrecto ser optimista y creer que en este país hay cosas buenas?

- "Jugoso aumento quieren 45 diputados" dice un titular de La República de hoy. No soy periodista, pero me parece que los medios deberían ser muy estrictos respecto al uso de adjetivos a la hora de informar. Yo no quiero que me califiquen las noticias. Dejen que la gente decida si el aumento es jugoso o no y no la guíen a una conclusión determinada, incluso una aparentemente tan obvia como esta.

- El tema del déficit fiscal lo único que prueba es que para sostener la institucionalidad social de la que tanto nos enorgullecemos es imprescindible una reforma tributaria. Porque yo creo que nadie quiere que se disminuyan los recursos para Avancemos, o que no se abran mas CEN/CINAI, o se recorten los fondos para los bonos de vivienda. El déficit se explica también por estos gastos. Posiblemente se pueda ser más austero en algunas cosas y esto generaría algunos ahorros, pero el grueso del gasto público está concentrado en la inversión social. Y eso no debe sacrificarse.

- La encuesta que publica hoy el Diario Extra es de lo más sesgada respecto al tema de las sociedades de convivencia. Se preguntó a los costarricenses si estaba de acuerdo "con que los homosexuales puedan contraer matrimonio en igualdad de condiciones como en el caso de un hombre y una mujer". Por supuesto que 75% iba a oponerse (más bien no deja de llamar la atención que un 25% esté de acuerdo aun con la pregunta planteada de esta manera). No han querido entender que lo que se ha propuesto es un tema de derechos humanos. Nadie ha hablado de matrimonio. Pero definitivamente hay gente que lucra políticamente de la ignorancia de la gente. Qué triste.

- En una entrevista con el periódico La Nación, el Presidente ecuatoriano se despachó a hablar en contra del nuevo Gobierno de Honduras. Pero cuando le preguntaron del desmadre que ocurre en Nicaragua, el hombre sin sonrojarse dijo que Nicaragua es un país soberano. O sea Honduras no lo es o por lo menos no lo suficiente como para descalificar un gobierno electo con un porcentaje de votos superior al que obtuvo Daniel Ortega en su elección.

Ahí les dejo la ensalada. ¡Provecho!

martes, 11 de mayo de 2010

Ensalada de temas

Hay temas en los que profundizaré en algún momento, pero por el momento, dos palabras sobre algunos de actualidad y otros no tanto...

- Garantizar el 8% del PIB para educación. En el presupuesto del 2010 están incluidos recursos que constituyen el 7,1% del PIB incluyendo el INA (el por qué la Contraloría no acepta que el presupuesto del INA se incluya en el cálculo de la inversión en educación que hace el país me parece una necedad y un irrespeto a la labor que esta institución realiza). Está bien que se quiera dejar explícito el compromiso del país para que haya un piso en este rubro, pero es bueno saber que se ha avanzado sin necesidad de reformas explícitas, y que el Partido de gobierno ha respaldado con hechos lo que otros por demagogia quieren explotar políticamente. A mí me parece que puede ser más perentorio aprobar reformas legales para hacer más expedita la ejecución presupuestaria del sector público que fijar un porcentaje.

- Crucitas. ¿Alguien sabe de cuánto sería la indemnización que tendría que pagar el país si se cancela una concesión otorgada hace casi 10 años? Pregunto porque he escuchado a algunas personas decir que no importa lo que haya que pagar. Me parece que ese es un dato imprescindible para poder decir algo así. Porque los recursos que usemos para pagar esto tienen que salir de algún lado, incluyendo de la inversión en educación que a algunos tanto les preocupa. Eso sin contar el mensaje que se le mandaría a todos los empresarios del mundo -ya no solo los que se dedican a la minería-, de que en este país la seguridad jurídica no existe, y que una concesión otorgada siguiendo la ley vigente no está en firme nunca.

- Crucitas II. Que quede claro que no estoy a favor de la minería a cielo abierto, pero este tema no es tan sencillo como se ha querido presentar. No es blanco y negro: o está en contra de Crucitas sin importar las consecuencias o usted es corrupto/deshonesto/depredador del ambiente. Un poco la lógica de Bush: o están con nosotros o están en contra de nosotros. Lo mismo está pasando con el asunto del Parque Marino Baulas y en general con los debates que involucran temas ambientales. Investigar un poquito, con objetividad y con la humildad de admitir que siempre podríamos estar equivocados, es un requisito fundamental para tener una posición fundada.

- Pacto PLN-Libertarios. Un acuerdo alrededor de una agenda legislativa, firmado públicamente y negociado transparencia. ¿Qué hay de malo esto? Oigo gente quejándose de la falta de consistencia de los firmantes en tanto en campaña ambos partidos se acusaron de todo. Pero lo que a mí me parece es que después del 1ero de mayo no se le hace un favor al país si en nombre de una falsa consistencia no se puede llegar a acuerdos que sean beneficiosos para el país. Porque por cierto no he oído casi quejas sobre la agenda legislativa que se acordó impulsar conjuntamente. Y como siempre, se quejan los que por su propia inflexibilidad y fundamentalismos son incapaces de lograr acuerdos. En todo caso, prefiero un acuerdo como el de libertarios y liberacionistas que la rebatiña de puestos a la que apuntaba el pacto que en algún momento propiciaron los partidos de oposición.

- Salarios de diputados (y en general de jerarcas del sector público). Varias consideraciones. Primero, no se justifica la disparidad salarial que existe actualmente en el sector público. La Contralora gana casi cuatro millones, los magistrados ganan más de cuatro millones doscientos mil colones (sin contar anualidades), el Regulador General gana más de cinco millones, el Presidente del INS, ocho millones. Pero además prácticamente todos los Directores de instituciones adscritas y los gerentes de instituciones públicas ganan más que un Ministro o Viceministro, lo que es irracional. Segundo, no se trata de que los diputados primero "demuestren que se merecen el aumento", porque lo que se trata es remunerar de acuerdo a las responsabilidades que se tienen. Tercero, los diputados y los jerarcas del sector público no son funcionarios públicos regulares. Sobre ellos pende siempre una responsabilidad que bien puede derivar en consecuencias personales. Finalmente, detrás de este cuestionamiento hay actores interesados. Para algunos, la estigmatización sistemática de diputados, ministros, regidores y todo aquel que ostente un puesto de representación, es una forma de potenciar su propio peso e influencia en la sociedad. En esto se unen sindicatos, cámaras, y sobre todo, programas y columnas de opinión en medios de comunicación. Hay que hacer una diferencia entre una preocupación honesta y una posición interesada.

- El título de doña Laura. Es PresidentA, punto. Mucho les ha costado a las mujeres avanzar para que en nombre de una pureza del lenguaje medio machistona no se reconozca la diferencia. :-)

martes, 4 de mayo de 2010

Discurso pronunciado en la firma de la Ley de Transferencia de Competencias del Poder Ejecutivo a las municipalidades

Firma de Ley de Transferencia de Competencias del Poder Ejecutivo a las Municipalidades
4 de mayo 2010
Roberto J. Gallardo N.
Ministro de Planificación Nacional y Política Económica

“El progreso consiste en el cambio”, dijo Unamuno. En los ultimos cuatro años nuestro país ha sufrido una transformación profunda. En el vértigo de la rutina diaria no hemos podido apreciar la magnitud del cambio que ha sufrido Costa Rica. Por eso es importante un acto como este, para hacer una pausa y reflexionar de lo que somos parte en este día, precisamente cuando se celebran 40 años de la emisión del Código Municipal.

Venimos a ratificar uno de esos profundos cambios, uno que nace del sueño que tuvo un Presidente hace 20 años: la oportunidad de democratizar aun más nuestra vida política

La Ley de Transferencia de Competencias del Poder Ejecutivo a las Municipalidades es sin duda un paso decidido hacia el desarrollo. Lo he dicho en otras ocasiones y lo reitero aquí: no hay país desarrollado con gobiernos locales débiles. Mientras que en Costa Rica seguimos siendo presa de los prejuicios fáciles y la generalización desinformada que descalifica a las municipalidades, en otros países, incluso en nuestra región, a la que algunas veces vemos injustificadamente por encima del hombro, se destinan más y más recursos a los gobiernos locales. Esta ley es un primer paso en esa dirección y requiere del compromiso de todos y todas ustedes para que la promesa que en ella encierra se haga realidad.

Somos conscientes del escepticismo que rodea a esta ley. Pero como lo dijera el estadista inglés Winston Churchill, “la cometa se eleva más alto en contra del viento, no a su favor”. Si creemos que estamos actuando acorde a los mejores intereses de nuestro país, debemos ser consistentes.

Tenemos un gran ejemplo en nuestro Presidente, que no olvidó la promesa hecha hace 20 años, porque don Oscar comprendió, como el novelista William Faulkner, que “la sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen”, y con la serena convicción y la inconmovible determinación que lo caracterizan, retomó el camino de impulsar decididamente el proceso de descentralización en su segunda administración.

Lo primero fue plasmar su compromiso en una Política Nacional de Descentralización y Fortalecimiento Municipal. Aquí se definieron los nortes de la acción de Gobierno. Con la satisfacción del deber cumplido podemos presentarnos hoy ante ustedes y rendir cuentas de lo alcanzado.

En el campo de la autonomía fiscal, se cumplió de manera oportuna con las obligaciones de transferencias económicas a las municipalidades. Pero además se trasladaron ¢26,000 millones de colones adicionales para la ejecución de más de 600 proyectos de interés comunal.

En el área de la modernización municipal, y en el marco del proyecto FOMUDE, se estableció en la UNED el Instituto de Capacitación y Formación Local, como instancia permanente de instrucción y actualización que le permitirá a las municipalidades la profesionalización de su personal, requisito indispensable en su fortalecimiento político, técnico y administrativo. De la misma manera, y con la cooperación del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, se ejecutó un ambicioso proyecto de elaboración de Planes Cantonales de Desarrollo Humano Local, alrededor de los cuales 42 cantones en nuestro país pueden desplegar sus esfuerzos en procura de mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos y ciudadanas.

Para fomentar la coparticipación, otro de los ejes de la Política, se emitió el decreto de creación de los Consejos Cantonales de Coordinación Institucional, instancia que, refrendada por la ley que se firma hoy, permitirá la armonización de esfuerzos del Gobierno nacional y el Gobierno local, de manera que exista una adecuada correspondencia entre necesidades y recursos

Por último, se incluía en la Política el propósito de emitir legislación para la descentralización y el fortalecimiento de la acción municipal. Sin temor a equivocarme, la ley que firmamos hoy puede marcar un antes y un después en la organización del Estado costarricense. Requiere, eso sí, de su convicción para que por fin se concrete. “El único límite para nuestra comprensión del mañana”, decía Franklin Roosevelt, “serán nuestras dudas del presente”. Si creemos en la descentralización, si creemos que es necesario democratizar la vida política potenciando la participación ciudadana, si creemos en la transparencia en lo gestión de los recursos públicos, no podemos tener dudas hoy si queremos construir un futuro mejor.

Este es el balance, positivo a todas luces. No ha sido fácil. Pero hemos tenido el liderazgo de nuestro Presidente como guía. Su convicción de que, como lo dijo uno de sus poetas favoritos, “si es bueno vivir, todavía es mejor soñar” (Machado). Don Oscar, a lo largo de toda su carrera política, nos ha recordado la importancia de soñar un mejor país. Su obra, como la montaña, se apreciará en toda su dimensión cuando la veamos a la distancia del tiempo. La magnitud de lo hecho en estos cuatro años crecerá como crecerá el cariño de este pueblo agradecido. Porque a usted, don Oscar, se le aplica la máxima de Baltasar de Gracián “lo importante no es el aplauso de la entrada, sino que lo extrañen a la salida”. Sin duda, su pueblo lo extrañará siempre.