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domingo, 11 de abril de 2010

Nuevamente, la intolerancia

El día de hoy Monseñor Francisco Ulloa ofrece unas declaraciones al periódico La Nación que deberían llamarnos a reflexión. Dice Monseñor, en su infinita misericordia, que quienes creemos que los derechos de las personas no deberían estar condicionados por ninguna condición particular, somos "perversos y ateos", y que atentamos "...contra el matrimonio católico", siendo que este es "el verdadero núcleo familiar que reconoce la Iglesia Católica". Por eso, "estos y estas corrientes no tienen moral ni ética".

Monseñor Ulloa, la jerarquía de la Iglesia Católica, algunos diputados actuales y electos y algunos ministros actuales o designados o no entienden o no quieren entender. Nadie está hablando de matrimonio. Estamos hablando de reconocimiento irrestricto de derechos a todas las personas. Que yo sepa, solo en las teocracias fundamentalistas los derechos son otorgados supeditados a la religión que se profese, o a vivir según ciertas normas que se deriven de una moral específica que además es interpretada de manera absoluta. Y la última vez que me fijé, Costa Rica era una república democrática.

Monseñor Ulloa y algunos sectores conservadores de la Iglesia católica han empezado a salir del closet teológico y político. Es cada vez más frecuente ver en medios de comunicación manifestaciones de grupos y personas que pretenden imponernos como sociedad una moralidad determinada, que tiene como resultado neto la negación del disfrute de derechos básicos a un sector de la población.

Ante esta amenaza debemos unirnos. Como seres humanos que somos, porque si algo nos enseño Jesús fue el valor de la solidaridad, la tolerancia y el amor al prójimo, que es precisamente lo contrario a la exclusión, la intolerancia y el odio disfrazado de convicción ética. No podemos dejar que nos arrebaten espacios que hemos ido ganando como sociedad, empezando por el de poder discutir abiertamente sobre cualquier tema sin temor a que se nos etiquete.

Y a Monseñor Ulloa, ojalá que Dios lo ilumine. Pero mientras tanto, deje de insultar a quienes pensamos diferente.