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martes, 28 de abril de 2009

Sobre el Plan Nacional de Inversión Públicas 2009-2010

He leído con gran interés la columna Horizontes titulada “Inversiones perturbadoras”, en la edición de Página Abierta del 21 de abril. Al respecto, quisiera hacer algunos comentarios, con el objetivo de contextualizar los datos presentados, aprovechando la oportunidad para brindar información que espero sea relevante para una adecuada comprensión del tema.

El Plan Nacional de Inversión Pública 2009-2010 (PNIP), objeto del comentario de la señora Pifarré, es un producto del Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP). El SNIP puede definirse como un conjunto de procedimientos, metodologías y estándares que sirva para efectuar una sistematización de información que permita la definición de prioridades y el monitoreo de la ejecución e impacto de proyectos de inversión pública en el país. La idea que impulsa la creación de este Sistema es que se cuente con herramientas que permitan racionalizar la inversión pública, necesidad siempre apremiante en un país de recursos escasos como el nuestro.

Para la construcción del SNIP se recopiló información de mas de mil proyectos de inversión, con la que se conformó un banco de datos que permitirá retroalimentar adecuadamente los procesos de toma de decisiones sobre inversión pública. Paralelamente, se delinearon guías metodológicas, se definieron estándares para la formulación de proyectos, y se capacitó a decenas de funcionarios públicos para que funjan como enlaces del Sistema en sus instituciones, con la responsabilidad de mantener actualizada la información del banco de proyectos.

MIDEPLAN ha acometido esta tarea, que el Presidente Arias considera de importancia estratégica –no es casualidad que el último plan de inversiones que tuvo este país se elaborara en su anterior período presidencial-, en medio de un proceso de revitalización del papel del Ministerio en la vida nacional. En este contexto se optó por un proceso gradual de implementación de algunas herramientas como el SNIP; es por eso que se decidió incluir en este primer Plan únicamente 135 proyectos, seleccionados por su aporte a las metas del Plan Nacional de Desarrollo. Este primer PNIP constituye una experiencia piloto que permitirá valorar adecuadamente la efectividad de los instrumentos de control, verificación, monitoreo y evaluación de impacto que forman parte del Sistema, sin abrumar al Área de Inversiones del Ministerio, de reciente creación y responsable de estas labores, con una cantidad inmanejable de proyectos.

Los porcentajes que menciona la señora Pifarré en su columna se refieren entonces solo a una parte de la inversión pública, no a la totalidad de la misma. Pero sus preocupaciones son legítimas, por lo que vale la pena recordar algunas cifras relevantes, mas allá del Plan Nacional de Inversión. Los recursos para inversión social representan un 45,2% del presupuesto del 2009, siendo uno de los niveles mas altos desde la década de los ochenta. Se ha venido aumentando paulatinamente tanto la cantidad de beneficiarios como los montos de las transferencias que se otorgan en el marco de diversos programas de asistencia social. La Caja Costarricense del Seguro Social iniciará este año la construcción de 100 nuevos EBAIS en todo el país, y el Ministerio de Educación emprenderá un comprensivo programa de construcción, reacondicionamiento y reemplazo de infraestructura educativa. En el campo de la Seguridad, se ha hecho un enorme esfuerzo por elevar el número de efectivos policiales, para lo cual se han destinado recursos presupuestarios sin precedentes, pero estos se contabilizan no como inversión sino como gasto corriente. Y en el caso de la Cultura, el crecimiento de su presupuesto en el 2009 con respecto al 2008 fue de más de un 50%.

La solución de los problemas que el país tiene requerirán de un esfuerzo sostenido de inversión pública. En esto ha estado comprometido el Gobierno de la República, que desde el 2006 ha venido aumentando paulatinamente el monto de la inversión después de un período de decrecimiento.

domingo, 26 de abril de 2009

Sobre las venas abiertas de A.L.

Siempre es un placer leer a Kevin. Estoy seguro que Chávez pudo haberle dado a Obama un mejor libro. He aquí un recuento riguroso y sistemático de por qué.

Sobre “Las venas abiertas de América Latina” - Kevin Casas

No resisto la tentación de escribir algo sobre uno de los temas que se ha hablado en los últimos días: el del libro que le regaló Hugo Chávez a Barack Obama. Voy a decir algo, en parte porque es un libro que me trae buenos recuerdos. “Las venas abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano, es un libro que disfruté y me impresionó mucho a los 18 años. Es un libro hermosamente escrito, pero como obra historiográfica es de una calidad lamentable. Es una colección de prejuicios, medias verdades, afirmaciones forzadas e historia de baja calidad, salpicada de contenidos interesantes y, en ocasiones, ciertos. Galeano es un escritor muy talentoso que, sin embargo, está desprovisto de toda formación y rigor académico. Darle una base de datos a Galeano es como darle una batería anti-aérea a un Talibán.

La obra es un texto novelado de las versiones más simplistas de la Teoría de la Dependencia, expuestas por André Gunder-Frank, Samir Amin y algunos otros. Esas versiones han sido refutadas reiteradamente, por varios lados y desde hace varias décadas. Veamos.

La primera refutación es de tipo historiográfico. Hace ya muchos años mi viejo maestro Ernesto Laclau, cuyas credenciales de izquierda, dicho sea de paso, son impecables (es uno de los grandes exponentes del marxismo post-estructuralista), demostró en un artículo seminal que era simplemente equivocado afirmar sin más ni más que América Latina se había incorporado al sistema capitalista mundial en el Siglo XVI y que eso había retardado su desarrollo. Lo cierto, decía Laclau, es que por siglos las relaciones de producción en casi toda América Latina tuvieron muy poco que ver con el capitalismo y mucho que ver con el feudalismo, sobre todo en el campo. De alguna manera era la ausencia de verdaderas relaciones capitalistas de producción lo que había retardado el desarrollo de América Latina. A la vista de las relaciones de producción en un país como Guatemala, donde todavía hasta hace poco sacaban el café de las fincas a lomo de indígena, afirmar que la región ha sido una economía capitalista desde hace cinco siglos es dudoso cuando menos.

La segunda refutación es de tipo sociológico y viene desde el propio seno de la Teoría de la Dependencia, en versiones mucho más sofisticadas. Cardoso y Faletto, en su famoso texto, muestran claramente dos cosas. Por un lado, que no es cierto, como lo afirma Galeano, que haya una transmisión mecánica mediante la cual las economías centrales se apropian del excedente económico mediante una oligarquía doméstica que, a su vez, explota al resto de la sociedad. De hecho, Cardoso y Faletto insisten muchísimo en que hay heterogeneidad en la forma en que los diferentes países latinoamericanos se han incorporado al sistema capitalista mundial, en diferentes momentos históricos (según fueran economías de plantación, o con enclaves mineros, o con sectores industriales, etc.). No hay espacio para mecanicismos. Y las constelaciones políticas y sociales que sustentan esa incorporación pueden ser sorprendentemente diversas.. Por otro lado, y crucialmente, Cardoso y Faletto explícitamente evitan el error de considerar que el desarrollo y la dependencia son antagónicos, como se deriva del texto de Galeano. Sostienen, por el contrario, que es bastante claro que en muchos casos en América Latina el hecho de que una economía no controle autónomamente las fuentes de acumulación de capital, no le impide en absoluto generar desarrollo, entendido como extendidos fenómenos de modernización social, aumento del bienestar (con todo tipo de problemas, por supuesto) y aun la emergencia de nuevas fuerzas sociales. En otras palabras el “desarrollo dependiente” no es ni una imposibilidad lógica, ni histórica. Hay un buen texto de Peter Evans analizando esto con mucho detalle para el caso de Brasil.

La tercera refutación es de tipo empírico, por falta de un mejor término. Decir, como lo hace Galeano, que la incorporación de un país en el mercado capitalista internacional sólo puede conducir a la miseria milita en contra de todo lo que hemos visto en el último medio siglo en el Este Asiático. Sólo es posible explicar el asombroso desarrollo de países como Corea del Sur, Taiwán, Singapur o, más recientemente, China, en función de la fruición absoluta con que se han incorporado en la economía internacional. Es un proceso en el que sus estados han jugado un papel central. Lo que no está en discusión es que ese proceso de acumulación no hubiera sucedido nunca si se hubieran rehusado a orientar su economía a las exportaciones desde los años 60 (1978 en el caso de China), como lo hicieron tantos países de América Latina, que tenían niveles superiores de desarrollo que ellos en los años 50. Eso les está generando dolores de cabeza en esta crisis, pero yo prefiero mil veces tener los problemas que tiene Singapur con $25.000 de ingreso per cápita, que los que tiene América Latina. Chávez se siente cómodo dándole el libro a Obama. Dudo mucho que se atrevería a dárselo a Hu Jintao, que seguramente se reiría a mandíbula batiente al leer que la integración de China a la economía mundial sólo puede generar miseria para su nación.

La cuarta refutación es la contracara de la anterior. Del análisis de Galeano se deriva una prescripción clarísima para el desarrollo: cortar los vínculos con el sistema capitalista y buscar un desarrollo autárquico. No por otra cosa me acuerdo que le dedica, entre loas, un capítulo completo a la experiencia del Paraguay de Gaspar Rodríguez de Francia y el Mariscal Solano López en el Siglo XIX. Si la prescripción de Galeano fuera correcta, Albania sería hoy Singapur, Corea del Norte sería Corea del Sur y Cuba (cuyo aislamiento, cierto es, ha sido ayudado por el irritante embargo) sería Taiwán.

Por todo ello, no salgo de mi sorpresa de que las versiones más crudas de la Teoría de la Dependencia sigan de moda. El regalo de Chávez me parece sintomático del lente a través del cual ve el mundo. Me parece que es, de acuerdo con todo lo que sabemos, un lente distorsionado y anacrónico.

Mejor, pienso, le hubiera regalado el más hermoso de los libros de Galeano, que es también el más personal: el Libro de los Abrazos. Ahí sí puede uno disfrutar del enorme talento literario del escritor, sin tener que soportar monsergas ideológicas. Lo recomiendo mucho.

jueves, 16 de abril de 2009

More Than Half of Voters Used Internet for Election News

Tomado del New York Times. ¿Iremos en esa dirección en Costa Rica?


More Than Half of Voters Used Internet for Election News
By Katharine Q. Seelye

Researchers have now confirmed what was evident to most political campaigns last year — more than half of the voting-age public used the Internet last year to find out about, write about and comment on the presidential election.

About 55 percent of all adults — about three-fourths of all people who are online — said they went to the Internet for news about the election, according to a survey by the Pew Internet & American Life Project. This is the first time that more than half the country’s adults said they used the Internet for political purposes.

Two findings of the survey stand out. One is that more people are going to sites that reinforce their partisan views.

A third of those who went online for political news in 2008 said they sought out sites that agreed with their viewpoints — up from a quarter of people who said that in 2004.

There was a corresponding dip in the numbers of those who said they went to sites with no particular point of view, that is, only about a quarter of people went to neutral sites this year whereas in 2004, about a third had sought out neutral sites.

The other striking finding was that, despite the increasing role of the Internet, it is still no match for television.

In 1996, less than 5 percent of adults went online for most of their campaign news. By 2008, that had jumped to 26 percent. That seems impressive, until you look at the numbers for television.

In 1996, a little more than 70 percent of adults got most of their news about politics from television; by 2008 that number had climbed to nearly 80 percent. The debates and primary voting nights, not to mention Election Day itself, were ratings monsters for TV.

Poor old newspapers have not fared so well. In 1996, about 60 percent of people said they got most of their election news from newspapers; by last year that had plummeted to less than 30 percent. That was more than went online, but still …

Radio as the main source of campaign news fell slightly, to about 25 percent last year. Magazines were a major source of news for less than 10 percent of people in 1996 and are now the major source for less than 3 percent.

The trends are even more pronounced among people with broadband connections at home. They are twice as likely to go to the Internet for political news as they are to pick up a newspaper.

The survey, of 2,254 adults, was conducted between Nov. 20 and Dec. 4 with a margin of sampling error of two percentage points.

domingo, 5 de abril de 2009

Actuación oportuna y consistente

Me pidieron que comentara el último editorial del semanario El Financiero. Aquí comparto con ustedes el texto que envié:

El editorial “Los equilibrios necesarios” considera que la acción estatal, después de que en mayo del 2008 el Presidente advirtiera sobre la crisis que se avecinaba, ha sido “lenta”. Pero a la vez reconoce que para enfrentar esta situación se cuenta con una estabilidad económica calificada como positiva. Lo cierto es que esta situación de estabilidad –y otras fortalezas que exhibe la economía costarricense-, no se ha generado espontáneamente, sino que se ha venido construyendo desde el momento mismo que se vislumbró la crisis, con el aporte decidido del Banco Central, y mediante una política fiscal responsable y con sentido social.

Lo anterior se complementa y confirma con el presupuesto del Gobierno para este año, elaborado precisamente después del anuncio presidencial el año pasado, y que fue diseñado teniendo en mente a los sectores más vulnerables, y con el objetivo concurrente de hacer política anticíclica, mediante un gasto público que sea un dinamizador importante de la demanda interna.

La respuesta del Gobierno ante la crisis, que no se limita a los aspectos mencionados sino que incluye otras medidas que por razón de espacio no detallaré (plan alimentario, recapitalización de los bancos estatales, transferencia de fondos a municipalidades, entre otras), ha sido entonces oportuna y proporcionada, en la medida de las posibilidades fiscales del país, y aprovechando los márgenes de maniobra que una política económica responsable le abrió al país.

Por último, el Poder Ejecutivo ha sido y seguirá siendo respetuoso de la autonomía del Banco Central, institución que ha venido haciendo un aporte fundamental en esta coyuntura. En un marco de gran rigor se han valorado cursos de acción y se han forjado posiciones comunes en temas como tasas de interés y control de la inflación. Esto como parte de un proceso de elaboración de una política económica integral que se concreta en un uso apropiado de los instrumentos de política monetaria y fiscal a disposición del Gobierno de la República, y que hasta ahora ha resultado en un conjunto de fortalezas que permitirá al país afrontar de mejor manera la peor crisis económica de los últimos 80 años.

miércoles, 1 de abril de 2009

Otro editorial de Democracia Digital

Mesura, positivismo, rigurosidad

Desde hace ya bastante tiempo la mesura ha dejado de ser una virtud común-o apreciada-, entre los costarricenses. Lo políticamente correcto parece el exceso verbal, la temeridad intelectual y el escepticismo total, espoleados por discursos fundamentalistas y talibanes y por una práctica periodista alejada de los mejores estándares profesionales. El daño que se le hace a nuestras instituciones democráticas es inconmensurable.

Desde hace un par de años, surgido al calor del debate sobre el TLC con Estados Unidos, se ha venido incurriendo en un sistemático exceso verbal en contra de actores e instituciones que parece no considerar los perjuicios tanto en el plano personal como social, que calificativos exagerados y faltos de fundamento pueden generar. No existe el menor reparo en lanzar acusaciones aun cuando no tengan un sustento sólido. Acusar a personas de corruptas, deshonestas o inmorales no requiere mas que la voluntad del acusador, y de un prominente espacio en los medios; el valor de las pruebas o el respeto al debido proceso no parece ser un factor relevante cuando de reforzar viejos prejuicios se trata.

De la misma manera es común encontrar como objeto de análisis político “serio” las mas disparatadas teorías sobre casi cualquier tema de interés nacional. Nuevamente alrededor del debate sobre el TLC fuimos testigos de cómo algunos “académicos” y “analistas” eran capaces de asegurar que ciertas consecuencias del rechazo o la aprobación del tratado eran inevitables. Y entre más descabellada la consecuencia, más inevitable era. Algunos sectores, espoleados por los espacios que les conceden algunos medios noticiosos siempre dispuestos a magnificar ciertos puntos de vista como forma de aumentar los ratings, son capaces de elaborar teorías conspirativas de un grado de sofisticación que solo es igualado por su temeridad y falta de fundamento. Pero esto se ha convertido en moneda de curso corriente en este país.

Por último, y aunque en el pasado hay elementos que no contribuyen a reforzar la credibilidad ciudadana en sus instituciones públicas y en la labor de los políticos, ser absoluta e inflexiblemente escéptico ante cualquier cosa que provenga del sector público es otra cosa. Se trata de la descalificación automática, a priori y de manera terminante, de cualquier iniciativa –sobre todo si se percibe como positiva- , que sea adoptada o propuesta por algunos de esos actores o instituciones que son objeto de sospecha permanente. Mucho más aun cuando lo que se informa es algo que puede ser percibido como un logro. Es común la emisión de noticias positivas cuando de la iniciativa individual se trata, pero cualquier acierto en el ámbito político debe ser cuestionado en el momento mismo en el que se informa. Pero además, algunos aspirantes políticos han recurrido a la deslegitimación sistemática de los rivales, con lo que han estimulado este estado mental en el que parece haber caído una buena parte de la ciudadanía y casi todos los medios de comunicación. Nos hemos venido convirtiendo en un país triste y negativo en donde la celebración de los positivo parece ser una ingenuidad o una negación autoindulgente.

Es necesario volver a la mesura como principio básico de convivencia. Al respeto a la rigurosidad intelectual y a las honras ajenas y a celebrar lo que como sociedad vamos alcanzando. De lo contrario podríamos empezar a transitar el doloroso camino que han transitado otros países, aquel de la división social, el rompimiento del orden institucional y el absolutismo, tanto mental como político.