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viernes, 22 de agosto de 2014

¿Entonces? ¿Era el desempleo 18% o no?

Hace exactamente un año, en medio de la campaña electoral y apenas unas semanas antes de ser designado candidato a diputado por el PAC, el actual Presidente de la Asamblea Legislativa anunció dramáticamente al país que la cifra de desempleo, que en ese momento se situaba en 9% según el INEC, alcanzaba en realidad un astronómico 18%. La cifra absoluta de desempleados, según Henry Mora y; el Observatorio de la Coyuntura Macroeconómica de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional (UNA), ascendía a poco menos de 446.000 personas, más del doble de las 209.000 que se estimaba en la Encuesta Continúa de Empleo del INEC.

 En ese momento y por puro cálculo electoral, algunos estaban dispuestos a dejar pasar cualquier carencia metodológica -y había muchas que fueron señaladas por el INEC en su momento-, con tal de dar por buena una cifra tan negativa. El  anuncio de Mora cayó en tierra fértil, al punto que incluso algunos medios de comunicación organizaron encuentros, no para valorar si la temeraria afirmación de Mora y el Observatorio tenía fundamento, sino mas bien para disputar la validez de la cifra del INEC. Con un debate público sesgado que tendía a otorgarle a las cifras mas negativas una legitimidad automática, no pocos se apresuraron a adoptar el 18% como el dato correcto, y algunos incautos terminaron creyéndose esta falacia construida con un evidente interés político.

Quienes tratamos de llamar la atención sobre esta temeridad intelectual recibimos, como era de esperarse en medio de la campaña política, toda clase de epítetos. Pero como bien dice el refrán, para verdades el tiempo. Hace unos días el Gobierno de la República, el Gobierno de su partido, anunció una política de empleo basada en las cifras oficiales del INEC (aun cuando utiliza incorrectamente en mi criterio la Encuesta de Hogares siendo que la Encuesta Continua de Empleo es aun mas rigurosa para analizar el desempleo). Claro, si se hubiera dado por cierta la estrepitosa cifra de Mora y se hubiese aceptado como premisa para la formulación de una meta de empleo,  217,000 nuevos puestos de trabajo en cuatro años habría parecido no solo una meta poco ambiciosa -como ya fue caracterizada por muchos-, sino además insignificante y despegada de la realidad.

Pero ya ven, ni siquiera el Gobierno de su partido compró el desaguisado del 18%. Hay que recordar esto. Tal vez así no volvamos a oír -ni ponerle atención-, a estos ejercicios tan poco rigurosos  en el futuro.

lunes, 4 de agosto de 2014

Levantamiento de vetos, cálculo político y las ilusiones perdidas

El tema del levantamiento del veto presidencial que hizo el Presidente Solís ha desatado un debate al que debe ponérsele mucha atención. Las implicaciones para el país desde el punto de vista del ejercicio democrático son muy profundas. Avalar la posibilidad de levantar vetos presidenciales agrega otro elemento que refuerza la precariedad de las decisiones públicas, en contra de las cuales se cuenta ya con una infinidad de posibilidades legales.

 Pero además de esto, parece despuntarse ya la verdadera intención del ejercicio: probar, con un acto mas o menos inocuo, si el levantamiento de un veto se sostiene legalmente, de cara al levantamiento que en realidad se quiere concretar, y que es el que le deben a su aliado en el congreso: el veto a la reforma del código procesal laboral.

 Los artesanos, ilusionados por la posibilidad de no moverse de donde han trabajado por 25 años, pareciera que están siendo utilizados como conejillos de indias en medio de un juego político que es en realidad mas grande que sus intereses.

 La apuesta es inteligente: se levanta un veto que beneficia a un pequeño grupo, que puede generar apoyos en la ciudadanía, no se genera mucho rechazo y se valora lo que pasa en los ámbitos judiciales, en donde con certeza va a terminar siendo dirimido este tema. No habría sido lo mismo si hubiesen levantado el veto a la reforma al código procesal laboral, porque aquí la reacción en contra habría sido muy intensa, por beneficiar directamente a un sector que no cuenta con mucha simpatía social como son los sindicatos. Por eso mejor intentarlo con algo poco controversial, para no meter ruido y sobre un tema que le podría resultar "popular" a la Sala Constitucional.

Si el levantamiento al veto pasa el filtro al que se le va a someter ante la Sala y otras instancias judiciales, el Gobierno tiene vía libre para levantar el veto de la expresidenta Chinchilla a la reforma al código procesal laboral. Pero si no se mantiene y hay que echar marcha atrás, se habrá cometido una injusticia enorme con los artesanos, habiéndoles creado expectativas que no se fundaban en un sentido de solidaridad o justicia, sino en el cálculo político.

 Despertar la ilusión de la gente y no cumplir después, es de las cosas que mas debilita a las democracias. Ojalá no nos pase.