Twitter

lunes, 18 de abril de 2011

Posible directorio legislativo de oposición

Para mí es muy difícil no referirme a los acontecimientos que se han venido suscitando en los últimos días en relación a la posibilidad de que el directorio legislativo quede en manos de la oposición. Aprovecho entonces la oportunidad para hacer algunas reflexiones sobre el tema, y de paso reactivar este abandonado blog.

De entrada el panorama no parece ser positivo: una alianza que no tiene un programa mínimo común, salvo el de establecer el orden para la rotación de los puestos que se van a repartir en los próximos tres años, pretende controlar el directorio legislativo. Se habla de "impulsar una agenda de consenso", pero se deja eso para después: la carreta delante de los bueyes. Lo primero, según yo, era saber para qué se quieren los puestos del directorio, es decir, para qué se quiere el poder y no al revés, primero asumir los cargos y después ver qué se hace. Aquí vale la pena recordar además que solo hace apenas unas semanas, el exministro de la Presidencia, don Marco Vargas, ofreció a la oposición construir una agenda de consenso para los dos meses de sesiones extraordinarias que restaban en ese momento; no fue posible alcanzar un acuerdo por las profundas discrepancias entre los partidos de oposición. Si no se pudo para dos meses, ¿qué podemos esperar para tres años?.

Hay que decir, sin embargo, que es natural que esto fuera así, porque las diferencias entre estos partidos son,aparentemente, irreconciliables. A menos que se esté dispuesto a flexibilizar principios ideológicos que han sido tan pública y entusiastamente reivindicados por cada uno de ellos. Y la cosa sería anecdótica si no fuera porque hay temas que realmente le urgen al país. Por ejemplo, ¿a qué acuerdo pueden llegar Libertarios, PAC y Frente Amplio en el tema de la Ley General de Electricidad? ¿Cómo conciliar posiciones tan divergentes? ¿O será que la respuesta a estas interrogantes es simplemente no discutir estos temas fundamentales?

El resultado neto de todo este ejercicio podría ser el de agregar un obstáculo más a la ya de por sí entrabada acción del Gobierno. Es sentido común puro y simple: no abona a la posibilidad de hacer cosas el que no haya una comunicación fluida entre Poder Ejecutivo y Poder Legislativo. Y esto no será posible en este caso porque hay intereses disímiles, que son de origen, entre la oposición y el Poder Ejecutivo, que derivan a su vez de responsabilidades igualmente disímiles. Y esta diferencia no hace más que tornar las cosas más difíciles.

Y luego, por supuesto, está el tema de la consistencia. ¿Cómo, después de haber dicho todo lo que se ha dicho, se puede valorar apoyar a grupos con los que hasta ahora se decía tener una distancia insalvable?. Pero eso por supuesto debería ser preocupación de los partidarios de cada uno de esos grupos.

Ojalá que en las dos semanas que quedan para la elección del directorio haya diputados y diputadas que valoren con sentido patriótico y, por qué no, político, el peso de la responsabilidad que podrían tener en este episodio. El país de veras se los agradecería mucho.