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lunes, 4 de agosto de 2014

Levantamiento de vetos, cálculo político y las ilusiones perdidas

El tema del levantamiento del veto presidencial que hizo el Presidente Solís ha desatado un debate al que debe ponérsele mucha atención. Las implicaciones para el país desde el punto de vista del ejercicio democrático son muy profundas. Avalar la posibilidad de levantar vetos presidenciales agrega otro elemento que refuerza la precariedad de las decisiones públicas, en contra de las cuales se cuenta ya con una infinidad de posibilidades legales.

 Pero además de esto, parece despuntarse ya la verdadera intención del ejercicio: probar, con un acto mas o menos inocuo, si el levantamiento de un veto se sostiene legalmente, de cara al levantamiento que en realidad se quiere concretar, y que es el que le deben a su aliado en el congreso: el veto a la reforma del código procesal laboral.

 Los artesanos, ilusionados por la posibilidad de no moverse de donde han trabajado por 25 años, pareciera que están siendo utilizados como conejillos de indias en medio de un juego político que es en realidad mas grande que sus intereses.

 La apuesta es inteligente: se levanta un veto que beneficia a un pequeño grupo, que puede generar apoyos en la ciudadanía, no se genera mucho rechazo y se valora lo que pasa en los ámbitos judiciales, en donde con certeza va a terminar siendo dirimido este tema. No habría sido lo mismo si hubiesen levantado el veto a la reforma al código procesal laboral, porque aquí la reacción en contra habría sido muy intensa, por beneficiar directamente a un sector que no cuenta con mucha simpatía social como son los sindicatos. Por eso mejor intentarlo con algo poco controversial, para no meter ruido y sobre un tema que le podría resultar "popular" a la Sala Constitucional.

Si el levantamiento al veto pasa el filtro al que se le va a someter ante la Sala y otras instancias judiciales, el Gobierno tiene vía libre para levantar el veto de la expresidenta Chinchilla a la reforma al código procesal laboral. Pero si no se mantiene y hay que echar marcha atrás, se habrá cometido una injusticia enorme con los artesanos, habiéndoles creado expectativas que no se fundaban en un sentido de solidaridad o justicia, sino en el cálculo político.

 Despertar la ilusión de la gente y no cumplir después, es de las cosas que mas debilita a las democracias. Ojalá no nos pase.

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