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domingo, 26 de abril de 2009

Sobre las venas abiertas de A.L.

Siempre es un placer leer a Kevin. Estoy seguro que Chávez pudo haberle dado a Obama un mejor libro. He aquí un recuento riguroso y sistemático de por qué.

Sobre “Las venas abiertas de América Latina” - Kevin Casas

No resisto la tentación de escribir algo sobre uno de los temas que se ha hablado en los últimos días: el del libro que le regaló Hugo Chávez a Barack Obama. Voy a decir algo, en parte porque es un libro que me trae buenos recuerdos. “Las venas abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano, es un libro que disfruté y me impresionó mucho a los 18 años. Es un libro hermosamente escrito, pero como obra historiográfica es de una calidad lamentable. Es una colección de prejuicios, medias verdades, afirmaciones forzadas e historia de baja calidad, salpicada de contenidos interesantes y, en ocasiones, ciertos. Galeano es un escritor muy talentoso que, sin embargo, está desprovisto de toda formación y rigor académico. Darle una base de datos a Galeano es como darle una batería anti-aérea a un Talibán.

La obra es un texto novelado de las versiones más simplistas de la Teoría de la Dependencia, expuestas por André Gunder-Frank, Samir Amin y algunos otros. Esas versiones han sido refutadas reiteradamente, por varios lados y desde hace varias décadas. Veamos.

La primera refutación es de tipo historiográfico. Hace ya muchos años mi viejo maestro Ernesto Laclau, cuyas credenciales de izquierda, dicho sea de paso, son impecables (es uno de los grandes exponentes del marxismo post-estructuralista), demostró en un artículo seminal que era simplemente equivocado afirmar sin más ni más que América Latina se había incorporado al sistema capitalista mundial en el Siglo XVI y que eso había retardado su desarrollo. Lo cierto, decía Laclau, es que por siglos las relaciones de producción en casi toda América Latina tuvieron muy poco que ver con el capitalismo y mucho que ver con el feudalismo, sobre todo en el campo. De alguna manera era la ausencia de verdaderas relaciones capitalistas de producción lo que había retardado el desarrollo de América Latina. A la vista de las relaciones de producción en un país como Guatemala, donde todavía hasta hace poco sacaban el café de las fincas a lomo de indígena, afirmar que la región ha sido una economía capitalista desde hace cinco siglos es dudoso cuando menos.

La segunda refutación es de tipo sociológico y viene desde el propio seno de la Teoría de la Dependencia, en versiones mucho más sofisticadas. Cardoso y Faletto, en su famoso texto, muestran claramente dos cosas. Por un lado, que no es cierto, como lo afirma Galeano, que haya una transmisión mecánica mediante la cual las economías centrales se apropian del excedente económico mediante una oligarquía doméstica que, a su vez, explota al resto de la sociedad. De hecho, Cardoso y Faletto insisten muchísimo en que hay heterogeneidad en la forma en que los diferentes países latinoamericanos se han incorporado al sistema capitalista mundial, en diferentes momentos históricos (según fueran economías de plantación, o con enclaves mineros, o con sectores industriales, etc.). No hay espacio para mecanicismos. Y las constelaciones políticas y sociales que sustentan esa incorporación pueden ser sorprendentemente diversas.. Por otro lado, y crucialmente, Cardoso y Faletto explícitamente evitan el error de considerar que el desarrollo y la dependencia son antagónicos, como se deriva del texto de Galeano. Sostienen, por el contrario, que es bastante claro que en muchos casos en América Latina el hecho de que una economía no controle autónomamente las fuentes de acumulación de capital, no le impide en absoluto generar desarrollo, entendido como extendidos fenómenos de modernización social, aumento del bienestar (con todo tipo de problemas, por supuesto) y aun la emergencia de nuevas fuerzas sociales. En otras palabras el “desarrollo dependiente” no es ni una imposibilidad lógica, ni histórica. Hay un buen texto de Peter Evans analizando esto con mucho detalle para el caso de Brasil.

La tercera refutación es de tipo empírico, por falta de un mejor término. Decir, como lo hace Galeano, que la incorporación de un país en el mercado capitalista internacional sólo puede conducir a la miseria milita en contra de todo lo que hemos visto en el último medio siglo en el Este Asiático. Sólo es posible explicar el asombroso desarrollo de países como Corea del Sur, Taiwán, Singapur o, más recientemente, China, en función de la fruición absoluta con que se han incorporado en la economía internacional. Es un proceso en el que sus estados han jugado un papel central. Lo que no está en discusión es que ese proceso de acumulación no hubiera sucedido nunca si se hubieran rehusado a orientar su economía a las exportaciones desde los años 60 (1978 en el caso de China), como lo hicieron tantos países de América Latina, que tenían niveles superiores de desarrollo que ellos en los años 50. Eso les está generando dolores de cabeza en esta crisis, pero yo prefiero mil veces tener los problemas que tiene Singapur con $25.000 de ingreso per cápita, que los que tiene América Latina. Chávez se siente cómodo dándole el libro a Obama. Dudo mucho que se atrevería a dárselo a Hu Jintao, que seguramente se reiría a mandíbula batiente al leer que la integración de China a la economía mundial sólo puede generar miseria para su nación.

La cuarta refutación es la contracara de la anterior. Del análisis de Galeano se deriva una prescripción clarísima para el desarrollo: cortar los vínculos con el sistema capitalista y buscar un desarrollo autárquico. No por otra cosa me acuerdo que le dedica, entre loas, un capítulo completo a la experiencia del Paraguay de Gaspar Rodríguez de Francia y el Mariscal Solano López en el Siglo XIX. Si la prescripción de Galeano fuera correcta, Albania sería hoy Singapur, Corea del Norte sería Corea del Sur y Cuba (cuyo aislamiento, cierto es, ha sido ayudado por el irritante embargo) sería Taiwán.

Por todo ello, no salgo de mi sorpresa de que las versiones más crudas de la Teoría de la Dependencia sigan de moda. El regalo de Chávez me parece sintomático del lente a través del cual ve el mundo. Me parece que es, de acuerdo con todo lo que sabemos, un lente distorsionado y anacrónico.

Mejor, pienso, le hubiera regalado el más hermoso de los libros de Galeano, que es también el más personal: el Libro de los Abrazos. Ahí sí puede uno disfrutar del enorme talento literario del escritor, sin tener que soportar monsergas ideológicas. Lo recomiendo mucho.

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