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domingo, 24 de enero de 2016

El MOPT, Kate y Sean, y C.E.R.R.A.R

Se fue el ministro Segnini, en lo que parece ser la crónica de una muerte anunciada. De primera entrada, la idea de nombrar un abogado para liderar este ministerio, contrario sensu de lo que pensaba la mayoría, parecía apropiada, porque el MOPT necesita una reingeniería legal profunda. El presidente Solís anuncia que nombrará a “un ingeniero”, para que se ejecuten las obras pendientes, mostrando nuevamente que, pese a acercarse a la marca de los dos años de gobierno, aparentemente sigue desconociendo el funcionamiento del estado costarricense.

Mientras no se reformen los procedimientos de contratación pública, el país seguirá durando años para construir carreteras y desarrollar infraestructura en general. El sistema está trabado en muchos puntos, y es imprescindible cortar esos nudos gordianos antes de ponerse a prometer nada en este campo.

Lo cierto es que el nuevo ministro no tendrá oportunidad de concretar nada nuevo en el tiempo que le queda a este gobierno. Conque termine de ejecutar lo que viene en marcha de gobiernos anteriores, ya podría sentirse satisfecho. No porque no tenga el entusiasmo o la capacidad para hacerlo, sino porque el sistema es tan complejo, que le tomará por lo menos 6 meses entender cómo se mueven las cosas, período en el que posiblemente no esté dispuesto a ponerle la firma a nada que pueda comprometerlo.

Porque quien vaya a asumir este cargo, debe saber que la mayoría de sus predecesores, sobre todo aquellos que intentaron concretar proyectos, han sido objeto de acusaciones de diversa índole, acusaciones de las que se defienden aun ahora, pasados muchos años después de haber dejado el cargo. Lo mejor es dedicarse a reformar el MOPT. El país lo agradecería mucho.

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Hace unos días ví el documental “Cartel Land”, que retrata con enorme crudeza la violencia y el clima de inseguridad imperante en la frontera entre EEUU y México, resultado de la acción de los carteles de la droga y de grupos de vigilantes ciudadanos a ambos lados de la frontera. Lo que viven los ciudadanos atrapados en medio del fuego cruzado entre milicias, narcos, policía y ejército, es una tragedia de proporciones abrumadoras.

Precisamente por eso es que la saga de del Castillo-El Chapo-Penn me ha parecido de lo mas desagradable. Durante las semanas posteriores a la captura de El Chapo, la discusión se ha centrado, como era de esperarse cuando se involucran personas de la farándula sin ningún criterio, en lo superficial, trivializando un tema delicado, irrespetando a las miles de víctimas de la violencia, y mostrando la verdadera esencia de los involucrados.

Lo peor que puede pasar con un tema como este, es que termine siendo objeto de un pésimo artículo en Rolling Stone, o el tema del día en las revistas de farándula o sensacionalistas. Del Castillo y Penn, una, jugando con fuego atizando una relación de amor adolescente con un prófugo de la justicia, y el otro, presa de una activismo mal entendido, que lo ha llevado a hacer el ridículo repetidamente en campos que evidentemente no entiende. Mejor que se dediquen a su profesión, y dejen de irrespetar a gente que ha sufrido tanto.

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El legislador Ottón Solís presentó un proyecto, con el desafortunado acrónimo de “C.E.R.R.A.R”, para “cerrar instituciones, eliminar duplicaciones, reunificar funciones, redefinir rectoría, ahorrar recursos y reducir la pobreza”. El tema ha generado instantáneamente un debate que pareciera dirigirse a los lugares comunes, siendo uno que requiere de mucha serenidad y equilibrio.

Ya en otra entrada de este blog había mencionado el verdadero impacto de los programas sociales, en los que el país invierte recursos equivalentes a poco mas del 20% del PIB. Y esto es importante porque se puede creer que esos programas son un fracaso total y por lo tanto se justifica cualquier reingeniería. En la construcción de esa sombrilla de protección social que distingue a Costa Rica, se ha invertido mucho durante mucho tiempo, y desestimar esta experiencia por las razones equivocadas sería peligrosísimo.

Hace unos años, el recordado investigador Carlos Sojo había realizado, conjuntamente con el Dr. Manuel Barahona, un estudio sobre las supuestas duplicidades en el sector social. Los resultados no fueron lo que se esperaban: las duplicidades no eran tan dramáticas como la gente cree. Ese estudio debe estar todavía en el Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica, que fue el ente que lo contrató en el marco de una discusión alrededor de la efectividad de las políticas sociales.

Claro que es importante detectar posibles duplicidades, desperdicio y manejo clientelista de la ayuda social. Pero si hay alguna discusión que debe llevarse con mucha mesura, contando con todos los elementos necesarios, y sin escuchar los cantos de sirena de quienes en realidad lo que quieren es desmantelar el estado, es esta.

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