Un par de notas de La Nación hace unos días, así como la columna de Rodolfo Cerdas de hoy domingo me han dejado realmente sorprendido. En la primer noticia, el periodista Alvaro Murillo informa que "el presidente Óscar Arias carece de un documento que certifique su estado de salud... cuando se le pidió una copia del diagnóstico de gripe AN1H1". En esa misma edición, en la sección "Filas Cortas", Ronald Matute cuestiona que los exámenes del Presidente se hayan "procesado" con una celeridad que no se aplica al resto de la gente, y termina preguntándose "¿Será que no se les considera tan importantes?". Y para terminar, Rodolfo Cerdas considera que ciertos grupos (y, aunque no lo menciona, los periodistas de La Nación) tienen derecho a que se les demuestre fehacientemente y con documentos que efectivamente el Presidente tiene lo que dice la Ministra de Salud que tiene, pues "¿cómo no hacerlo si hay un ambiente de desconfianza, gracias a los misterios palaciegos con los bonos chinos y los fondos taiwaneses del BCIE, además de las mentiras con los pseudoestudios de Sardinal?"
En el cuestionamiento de Murillo y algunos grupos sindicales que exigen documentos para, a lo Santo Tomás, ver para creer, se esconde una velada acusación de que se está mintiendo en un tema tan serio, poniendo en entredicho de paso a profesionales de la categoría de María Luisa Avila y Ana Morice. ¿Cuál, según esta gente, sería la intención de la Presidencia de mentir sobre una cosa tan delicada como la salud de don Oscar? No puede ser el nivel de aprobación a su gestión, el más alto en los últimos 40 años. Tampoco querer desviar la atención sobre algún tema negativo, a menos que sean tan superficiales como para creer que la buena labor de este gobierno puede ser desestimada por una simple platina. Lo cierto es que con estos cuestionamientos se descubren un poco más y seguimos conociendo la verdadera naturaleza de estos grupos.
La queja de Matute parte de una severa intoxicación de democratismo populista. El Presidente de la República es, efectivamente, una persona igual que todas las que habitamos este país. Pero en este momento, es una persona con una responsabilidad excepcional, como ninguna que tenga alguno de nosotros. Desde esta perspectiva, aparte de la consideración humanitaria que debe tenérsele a una persona que pertenece a un grupo de riesgo, cuestionar la celeridad con la que se diagnosticó al Presidente es, en el mejor de los casos, bastante mezquino y poco solidario con un asmático crónico que además es el Presidente.
Por último, la columna de mi querido profesor no es más que la continuación de una cruzada personal que don Rodolfo Cerdas sostiene contra Oscar Arias, de quien dijera alguna vez "es el más político de los intelectuales y el más intelectual de lo políticos". No entiendo cómo su obnubilación con el Presidente haya llegado al punto de convertirse de caja de resonancia de estas desafortunadas insinuaciones, poniendo en tela de duda la honestidad de un diagnóstico realizado por dos profesionales de la salud de una trayectoria impecable como lo son la Dra. Avila y la Dra. Morice, y acudiendo para ello al refrito de noticias pasadas.
A veces pareciera que a quienes les dió la gripe fue a otros.
1 comentario:
Efectivamente a algunos respetables ciudadanos confunden el término de igualdad como ser humano con los roles que ocupan las diferentes personas en la sociedad en que vivimos. Este país haría el rídiculo mundial (de nuevo) si al propio presidente le hacen el examen en el tiempo promedio que a cualquier hijo de vecino. No es porque sea mejor o diferente ser humano, es porque ocupa el más alto puesto en la jerarquía del estado y su salud es de importancia NACIONAL, dada la investidura que temporalmente ocupa. Desgraciadamente algunas personas les cuesta entender eso y en lugar de preocuparse y escribir sobre temas o problemas que aquejan a nuestra sociedad, pierden la oportunidad de aportar sus ideas y soluciones a problemas reales que como sociedad tenemos.
Pero bueno así somos los ticos!
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