Tenía cinco años y sin embargo recuerdo todo lo que pasó ese día con claridad. En realidad recuerdo dos momentos específicos de ese domingo 6 de febrero de 1966. Uno, el estar despierto a las 5 de la mañana, sentado en el filo de la acera, esperando que vinieran a recoger a mi papá para empezar a trabajar. Me llamó la atención la cantidad de gente que andaba en la calle a esa hora, la mayoría uniformada y ondeando banderas, recién bañados y con un entusiasmo que contrastaba con el mal humor de mis hermanas, que no entendían qué demonios hacían despiertas a esa hora. Cuando pregunté qué era lo que pasaba, mi papá me dijo muy serio: "hoy son las elecciones".
Las semanas anteriores había notado la ausencia de mi papá, que salía desde la mañana y volvía tarde en la noche, aun cuando estábamos de vacaciones y él, profesor del Liceo José Martí en Puntarenas, debería haber estado descansando en su casa en vez de, oí por primera vez la expresión sin saber que años después yo pasaría mucho tiempo dedicado a lo mismo, "andar de gira". Mi mamá me explicó que él "estaba metido en política", y que estaba trabajando para que su candidato ganara las elecciones. A mí me intrigó profundamente que alguien que trabajaba todo el año como lo hacía él, dedicara sus vacaciones a trabajar aun más. Algo debería tener esto de andar "metido en política" para que actuara de esa manera.
A las 6 o 7 de la noche de ese domingo mi papá llegó a la casa con un grupo de copartidarios para esperar el resultado de las elecciones. El recuento se hacía por la radio, y a partir de mas o menos las 8 o 9 de la noche, empezaba una larguísima letanía en donde algún anónimo funcionario del TSE leía uno a uno los telegramas con los resultados de cada mesa, en un tono monocromo que denotaba una ausencia de emoción que contrastaba enormemente con las explosiones de júbilo que algunos datos provocaban en el grupo que en mi casa ansiosamente interpretaba cada anuncio, y trataba de vislumbrar un posible resultado final.
A mí toda la situación me pareció fascinante. La intensidad reinante esa noche porteña de verano es algo que me marcó para toda la vida. Y nadie parecía preocupado de que un mocoso de 5 años estuviera despierto a las 10 de la noche, lo que le agregó un aire de fiesta a ese día que hasta hoy sigo experimentando.
Pero finalmente me quedé dormido, arrullado por las especulaciones que provocaba cada mesa leída, y las periódicas explosiones de alegría que los resultados positivos provocaban en los amigos de mi papá.
Para mi gran sorpresa, al despertarme a la mañana siguiente, a eso de las 6, prácticamente todo el grupo que había llegado a mi casa, casi doce horas antes, todavía se encontraba ahí. Ya la lectura de resultados por la radio había terminado, y ahora imperaba en la casa un ambiente de cansada alegría. Contra todos los pronósticos, Don José Joaquín Trejos Fernández había ganado por un margen ínfimo las elecciones, y se proclamaba Presidente de Costa Rica.
No tenía edad para comprenderlo, y me tomó mucho tiempo entender cómo era posible que una actividad que se llevaba a cabo al margen de las obligaciones cotidianas podía llevar a un grupo de personas, como el que estaba esa mañana de febrero en la fresca sala de mi casa porteña, a pasar semanas completas trabajando 18 o 19 horas diarias, para rematar con una noche en blanco a la espera de un resultado que en realidad no les iba beneficiar de manera directa. Pero finalmente lo entendí, al punto que desde esa época he estado involucrado de alguna u otra manera a la actividad política.
Por culpa de don José Joaquín es que terminé metido en política. Después descubrí el placer del servicio público y la pasión de la discusión política. Pero el detonante fue esa noche mágica en la que Cielito Lindo se convirtió en Presidente. Muchas gracias don José Joaquín.
3 comentarios:
Don Roberto,
Una pregunta de porteño intrigado a ex-porteño (y no esta relacionada con los carnavales)
¿Por qué a don Jose Joaquín se le conoció como cielito lindo?
Muy conmovedor, probablemente muchos de los que estamos en éstas cosas, es porque nos lo enseñaron nuestras familias, es como una gran clase de educación cívica.
Mis hijos de 12 y 9 años, estaban totalmente involucrados en las elecciones, lo cual me fascinó, para que vayan aprendiendo a ser ciudadanos conscientes de que en pocos países su voto puede ser tan importante como en el nuestro, y que la participación en política es debería de ser un deber de todos los ciudadanos.
Gracias por compartirlo.
William: ¿por qué ex-porteño? Yo tendré siempre agua de mar en las venas!!! ;-)
Le decían Cielito Lindo porque tenía un gran lunar en la cara, y hay una ranchera que en su letra decía algo así como:
Ese lunar que tienes, Cielito Lindo, junto a la boca
No se lo des a nadie, Cielito Lindo, que a mí me toca
Una versión modificada de la canción -aunque preservando lo del lunar junto a la boca-, fue utilizada en la campaña, y por eso don JJ se quedó Cielito Lindo!
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