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martes, 4 de mayo de 2010

Discurso pronunciado en la firma de la Ley de Transferencia de Competencias del Poder Ejecutivo a las municipalidades

Firma de Ley de Transferencia de Competencias del Poder Ejecutivo a las Municipalidades
4 de mayo 2010
Roberto J. Gallardo N.
Ministro de Planificación Nacional y Política Económica

“El progreso consiste en el cambio”, dijo Unamuno. En los ultimos cuatro años nuestro país ha sufrido una transformación profunda. En el vértigo de la rutina diaria no hemos podido apreciar la magnitud del cambio que ha sufrido Costa Rica. Por eso es importante un acto como este, para hacer una pausa y reflexionar de lo que somos parte en este día, precisamente cuando se celebran 40 años de la emisión del Código Municipal.

Venimos a ratificar uno de esos profundos cambios, uno que nace del sueño que tuvo un Presidente hace 20 años: la oportunidad de democratizar aun más nuestra vida política

La Ley de Transferencia de Competencias del Poder Ejecutivo a las Municipalidades es sin duda un paso decidido hacia el desarrollo. Lo he dicho en otras ocasiones y lo reitero aquí: no hay país desarrollado con gobiernos locales débiles. Mientras que en Costa Rica seguimos siendo presa de los prejuicios fáciles y la generalización desinformada que descalifica a las municipalidades, en otros países, incluso en nuestra región, a la que algunas veces vemos injustificadamente por encima del hombro, se destinan más y más recursos a los gobiernos locales. Esta ley es un primer paso en esa dirección y requiere del compromiso de todos y todas ustedes para que la promesa que en ella encierra se haga realidad.

Somos conscientes del escepticismo que rodea a esta ley. Pero como lo dijera el estadista inglés Winston Churchill, “la cometa se eleva más alto en contra del viento, no a su favor”. Si creemos que estamos actuando acorde a los mejores intereses de nuestro país, debemos ser consistentes.

Tenemos un gran ejemplo en nuestro Presidente, que no olvidó la promesa hecha hace 20 años, porque don Oscar comprendió, como el novelista William Faulkner, que “la sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen”, y con la serena convicción y la inconmovible determinación que lo caracterizan, retomó el camino de impulsar decididamente el proceso de descentralización en su segunda administración.

Lo primero fue plasmar su compromiso en una Política Nacional de Descentralización y Fortalecimiento Municipal. Aquí se definieron los nortes de la acción de Gobierno. Con la satisfacción del deber cumplido podemos presentarnos hoy ante ustedes y rendir cuentas de lo alcanzado.

En el campo de la autonomía fiscal, se cumplió de manera oportuna con las obligaciones de transferencias económicas a las municipalidades. Pero además se trasladaron ¢26,000 millones de colones adicionales para la ejecución de más de 600 proyectos de interés comunal.

En el área de la modernización municipal, y en el marco del proyecto FOMUDE, se estableció en la UNED el Instituto de Capacitación y Formación Local, como instancia permanente de instrucción y actualización que le permitirá a las municipalidades la profesionalización de su personal, requisito indispensable en su fortalecimiento político, técnico y administrativo. De la misma manera, y con la cooperación del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, se ejecutó un ambicioso proyecto de elaboración de Planes Cantonales de Desarrollo Humano Local, alrededor de los cuales 42 cantones en nuestro país pueden desplegar sus esfuerzos en procura de mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos y ciudadanas.

Para fomentar la coparticipación, otro de los ejes de la Política, se emitió el decreto de creación de los Consejos Cantonales de Coordinación Institucional, instancia que, refrendada por la ley que se firma hoy, permitirá la armonización de esfuerzos del Gobierno nacional y el Gobierno local, de manera que exista una adecuada correspondencia entre necesidades y recursos

Por último, se incluía en la Política el propósito de emitir legislación para la descentralización y el fortalecimiento de la acción municipal. Sin temor a equivocarme, la ley que firmamos hoy puede marcar un antes y un después en la organización del Estado costarricense. Requiere, eso sí, de su convicción para que por fin se concrete. “El único límite para nuestra comprensión del mañana”, decía Franklin Roosevelt, “serán nuestras dudas del presente”. Si creemos en la descentralización, si creemos que es necesario democratizar la vida política potenciando la participación ciudadana, si creemos en la transparencia en lo gestión de los recursos públicos, no podemos tener dudas hoy si queremos construir un futuro mejor.

Este es el balance, positivo a todas luces. No ha sido fácil. Pero hemos tenido el liderazgo de nuestro Presidente como guía. Su convicción de que, como lo dijo uno de sus poetas favoritos, “si es bueno vivir, todavía es mejor soñar” (Machado). Don Oscar, a lo largo de toda su carrera política, nos ha recordado la importancia de soñar un mejor país. Su obra, como la montaña, se apreciará en toda su dimensión cuando la veamos a la distancia del tiempo. La magnitud de lo hecho en estos cuatro años crecerá como crecerá el cariño de este pueblo agradecido. Porque a usted, don Oscar, se le aplica la máxima de Baltasar de Gracián “lo importante no es el aplauso de la entrada, sino que lo extrañen a la salida”. Sin duda, su pueblo lo extrañará siempre.

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