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lunes, 15 de noviembre de 2010

Proteger el derecho a disentir

Quiero escribir sobre varios temas que ando desde hace días entre pecho y espalda, pero por ahora voy a hacer una rápida reflexión sobre el conflicto en la frontera. A ver si reactivo este abandonado blog!

Es evidente que lo que pasa en Isla Calero es inaceptable y debe llenarnos de indignación. Pero a partir de este punto, si algo deberíamos haber aprendido después de 60 años sin ejército, nuestra actitud debe ser de una inclaudicable convicción en la capacidad de la institucionalidad internacional para resolver nuestros diferendos con otros países. Esto significa no dejarnos arrastrar por las proclamas incendiarias e irresponsables de algunos que azuzan el fuego de la intolerancia sin comprender con toda amplitud las consecuencias funestas que un desbordamiento de pasiones podría tener en nuestro país. Ponemos a prueba en este momento esa imagen que hemos forjado de nosotros mismos: pacifistas, tolerantes, democráticos; la indignación no puede terminar concretándose en cosas a las que siempre, al menos eso decimos, nos hemos opuesto: la violencia, la intolerancia, la xenofobia disfrazada de un patrioterismo -que no patriotismo-, que la historia nos muestra una y otra vez ha tenido implicaciones dolorosas para los países.

Además de la defensa de nuestro territorio nos enfrentamos hoy a dilemas que pueden reafirmar un conjunto de valores o mostrarnos una cara oculta de nuestra nacionalidad. Yo soy optimista porque hasta hoy solo un puñado de exaltados profieren xenófobas amenazas de violencia, pero me temo que en otros aspectos algunos peligros son mucho menos evidentes, pero no por eso menos graves.

Después del ataque a las Torres Gemelas en setiembre del 2001, el gobierno de Bush solicitó y obtuvo expeditamente autorización del Congreso para una serie de acciones, entre ellas el ataque a Irak,, en nombre de la llamada "seguridad nacional". Recuerdo vívidamente la violenta reacción de los sectores conservadores contra el puñado de senadores y congresistas que se atrevieron a cuestionar la legalidad y la moralidad de alguna de estas acciones. "No es momento", argumentaban, "para cuestionar al Gobierno, es hora de la unidad nacional". El tiempo le dio la razón a quienes tenían dudas y muchas de las cosas que parecían tener sentido en el contexto del ataque del 9-11 se revelaron como legal y éticamente cuestionables. En medio de la angustia provocada por los ataques terroristas, el pueblo estadounidense se traicionó a sí mismo y estuvo dispuesto a sacrificar no solo algunos principios morales y legales que han sido sustento de su esencia nacional, sino además a restringir la discusión pública abierta, contestataria, a restringir, en otras palabras, el disenso.

Nada mas peligroso en una democracia que la restricción del pensamiento, sobre todo si es impuesta a partir de una interpretación parcial en una situación coyuntural. El argumento de "no critiquen porque es hora de la unidad nacional" es un muy mal síntoma que debilita principios que deben mantenerse incólumnes. No hay momentos apropiados o inapropiados para el ejercicio democrático. Aquellos que desean cosechar el fruto de la libertad, escribió Thomas Paine, deben asumir la fatiga de apoyarla. Por eso me ha sorprendido la reacción de un sector de la prensa y de algunos formadores de opinión respecto a las declaraciones que diera el expresidente Arias alrededor de este conflicto. Se puede estar de acuerdo o no, pero desestimar esta o cualquier otra opinión por ser este un momento particular es tan peligroso como el pensamiento de los radicales que lanzaron un coctel molotov contra la embajada nicaragüense.

No perdamos la brújula y ratifiquemos en todo momento nuestra convicción democrática. Este conflicto fronterizo, como muchos que hemos tenido en el pasado, terminará siendo un mal recuerdo en unas semanas. Pero si actuamos en contra de nuestra esencia, el perjuicio será mucho más duradero

6 comentarios:

Diego Protti dijo...

En los últimos días todos hemos estado analizando este conflicto y yo personalmente estoy sorprendido por la manera como se ha desarrollado. Dejando de lado cualquier elemento que como usted comenta puede ser coyuntural, a mí lo que me queda es la necesidad humana o no sé si mas bien política de enfocarnos en el fin.
Acá no estamos solo tratando de un asunto de soberanía traducido en un espacio físico demarcado por una línea imaginaria (esto hasta cierto punto es más fácil de definir por las herramientas que definió el gobierno, ósea diplomáticos).
Yo prefiero pensar que las actuaciones del gobierno y por qué no de la ciudadanía se deberían enfocar en los medios, de ninguna manera una respuesta unidireccional que se sienta impuesta va a eliminar las dinámicas que se han generado. No podemos llevar este conflicto a un winner takes all. Es lastimosamente este discurso cerrado y patriotero lo que ha generado las acciones xenofóbicas (dejando claro que no hay otra palabra para definir lo que esta pasando) de ambos lados en los últimos días…
Esto es un proceso de negociación en la cual debemos de llegar a un punto de acuerdo intermedio, en el cual no podemos permitir que el otro bando se sienta derrotado, necesitamos un verdadero proceso diplomático, no solo en la forma si no en el fondo.. Pero aun más importante es hacer comprender a la población que esto no es asunto de ganar como elemento de superioridad nacional, si no de concertar y no entrar en el juego que el gobierno nicaragüense nos ha vendido, y aunque nos parece imposible nuestro gobierno se trago (siendo ingenuo y optimistas que más bien lo está aprovechando para desviar la atención de otras cosas).

Adriana Retana dijo...

De toda la situación lo que más me sorprende es la ingenuidad de nuestro gobierno para manejar la situación. Coincido con Roberto en que tenemos, como país, un compromiso con la Paz y que debemos sostenerlo hasta el agotamiento. Lo anterior implica la ejecución de estrategias que garanticen la protección del país y de su soberanía, estrategias que se implementan permanentemente y que no deben descuidarse.

Frasco dijo...

Creo, con el respeto que merecen quienes han escrito, que es muy fácil decir que esto se trata de xenofobia para condenar sin más alegato cualquiera y todos los actos que no sean acordes con ir a los organizmos internacionales a pedir ayuda.

Acá lo realmente peligroso, y que por lo visto no le importa a ninguno de ustedes, respetables; es que en este país no hay patriotismo en ninguna de sus formas. No hay razón por la cuál se justifique una gota de sangre y con ese pensamiento ponemos a disposición de los demás todo lo que hemos construido.

Cuando hablo de que no hay patriotismo, me refiero a cómo a este pueblo no le importa realmente lo que pasa en la frontera. La noticia dejó de ser novedad hace un par de semanas y todo sigue igual. El mensaje es claro y abierto para cualquiera que piense en amenazarnos: Los ticos no están dispuestos a defenderse. Están tan cómodos que no piensan en perder una gota de sangre por nada, ni por su propio país.

Y mientras tanto, ahí está Ortega; muerto de risa, dragando y destruyendo nuestro territorio. Nos lo devolverá, cuando a la comunidad internacional se le ocurra obligarlo, si es que quieren. Y cuando nos lo devuelva, habrá desviado el cauce del San Juan y ya las consecuencias serán irreparables.

No es lo mismo ser calmado que tonto. Y está bien hablar antes de disparar, pero se debe estar dispuesto a disparar cuando la palabra no sirve.

"Cuando alguno intente tu gloria manchar, verás a tu pueblo valiente y viril. La tosca herramienta en arma trocar."

Julia Ardón dijo...

Comparto plenamente.
Me parece excelente el artículo.

Juan Fdo. Alvarez dijo...

Me parece correcto el artículo de Roberto, sin embargo me permito dar algunos comentarios.
1.- Ortega lo hace para mejorar su imagen en función de una reelección, y sobre todo por que tiene un grupo de países que lo defienden, en caso contrario no lo haría.
2.- Ir a la OEA, ha demostrado que en la actualidad esta no sirve mucho. Si el problema se lo hacen a un país de izquierda en su gobierno salta todo mundo. Ejemplo el (para mi) autogolpe de Correa en Ecuador. Todo mundo en nuestra América saltó, y fue un pobrecito Correa. Hasta nuestra presidenta lo llamó. Pero unos cuantos años atrás cuando el mismo Correa, quitó de un plumazo a los diputados que se le oponían (y que fueron nombrados por el pueblo), la OEA no dijo ni pío. En otras palabras, la OEA no tiene mucho sentido, pues no habrán razones lógicas para varios países, pues sólo prima lo ideológico.
3.- Debemos fortalecer nuestra democracia con estos acontecimientos, pero también debemos mostrar nuestra fortaleza a nivel internacional (por ejemplo, no tener ejercito), y tener apoyo irrestricto de algunos países en caso de que esto se complique más.

Juan Fdo. Alvarez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.