El PLN va a cumplir un año en un estado de animación suspendida. La respuesta del Comité Ejecutivo del partido a la debacle electoral de febrero del 2014 parte de una premisa equivocada y, por lo tanto, es sustancialmente insuficiente. La oportunidad que brinda la renovación del CE no puede ser desaprovechada, porque bien podría ser la última. Quisiera compartir algunas reflexiones y sugerencias sobre lo que viene, con la convicción, que cada día se hace mas firme, de que Costa Rica necesita un partido Liberación Nacional fuerte y renovado, en tanto que, al menos por ahora, parece ser el único capaz de concretar los cambios que el país necesita.
En este proceso de revitalización hasta ahora navegamos a ciegas. No nos hemos tomado el tiempo para comprender qué ha venido pasando en los últimos 25 años. Quienes crean que el resultado electoral en las pasadas elecciones es causa y no consecuencia, parecen no entender que desde mas o menos 1997 el PLN ha venido perdiendo a los sectores que históricamente constituyeron la base de apoyo al proyecto reformador que se inició en 1948. Ya el resultado de las elecciones presidenciales de 1998 mostró que los ciudadanos comenzaban a definir sus preferencias electorales a partir de parámetros inéditos, y que un grupo grande, históricamente ligado al PLN, prefirió incluso abstenerse. Es ahí cuando se inicia la crisis del partido, confirmada por el magro resultado obtenido en las elecciones del 2002. Pero las victorias del 2006 y el 2010, obtenidas sobre la base de una oferta electoral muy sólida, pospuso cualquier discusión sobre ese fenómeno que terminó de expresarse con toda crudeza en el 2014. De apoyos históricamente sólidos, pasamos a disputar los apoyos coyunturales como única forma de ganar. Y eso no debería ser así.
La respuesta a esta catastrófica derrota no podía ser la clásica, examinar lo ocurrido solo en esta campaña en particular, pretensión además siempre teñida de intereses personales y que genera resistencia de los involucrados. Se requería mas bien de un análisis objetivo de ese proceso de desafección política que inició hace casi 30 años. Y esto es lo primero que debería hacerse, una autocrítica despersonalizada de lo que se ha venido haciendo mal. Sin esa comprensión de lo que ha venido pasando, no tendremos claridad de lo que tenemos que hacer. El Partido tiene los intelectuales necesarios para que en un tiempo perentorio elaboren y presenten un análisis que permita entender que ha venido pasando, y hacer algunas sugerencias a partirse la cuales se puede elaborar la estrategia política de los próximos años.
Pero mientras tanto, no es posible detener la acción política, sobre todo de cara a los próximos procesos electorales. Ante esta realidad el partido tiene que dar señales clara de su voluntad de rectificar y renovar. Lo primero debería ser aprobar una reforma al estatuto para incluir un principio de acción afirmativa para que en todas las estructuras organizativas y así como en las papeletas que se presenten al electorado a partir del 2016 se incluya una cuota mínima de jóvenes. Esta cuota no se sumaría a la de mujeres que ya se contempla, sino que puede incluir una combinación de ambos criterios. Esto es fundamental. El PLN se encuentra al borde de perder la batalla por los jóvenes. Sin jóvenes no hay futuro. Hay que abrir espacios ya no como una graciosa concesión, sino como un acto de supervivencia política.
Lo segundo, es encontrar alguna manera de renovar las asambleas cantonales en este año, para integrarlas cumpliendo el nuevo principio de participación de jóvenes, y de previo a la elección de los candidatos para las papeletas municipales (que también deberían conformarse de acuerdo a ese nuevo criterio de proporcionalidad). Es un paso dramático, pero necesario, y uno que solo un partido como Liberación Nacional, por su extensa organización territorial, puede dar. El nuevo Comité Ejecutivo debe explorar formas para efectuar este proceso de renovación, de manera que no sea costoso, pero con la convicción de que es imprescindible, después de esta debacle electoral, dar pasos inéditos en la práctica cotidiana. Si seguimos haciendo las cosas de la misma manera, seguiremos obteniendo los mismos resultados.
Por último, es necesario revisar nuestra "forma política". Dejar de meter distancia con la gente, en el fondo y en la forma. El día de las elecciones, los principales candidatos iniciaron su día desayunando con sus familias. El candidato liberacionista, siguiendo lo que podríamos llamar "el protocolo liberacionista", desayunó con la prensa en un hotel. Lo han hecho todos nuestros candidatos y candidata y nos parece normal. Pero en pleno siglo XXI, con un ciudadano más crítico, pequeñas cosas como esas nos alejan de la gente. Nos tornamos inalcanzables, personas que viven una realidad diferente, que desayuna en tarimas de hotel mientras el resto de los mortales desayuna en su casa. Podría parecer que son cosas menores, pero no lo son en esta época en que los ciudadanos reclaman sencillez ahí donde nosotros hemos proyectado condescendencia. Nos hemos vuelto arrogantes con el poder y la gente nos lo ha cobrado. Es hora de volver a las raices de la vocación del servidor público de la que siempre nos hablaba don Jorge Manuel Dengo.
Algunos consideran que es necesario revisar nuestra ideas. Ese ha sido un ejercicio permanente. Si hay un partido que ha sabido adaptarse a los tiempos es el PLN. Salvo, desafortunadamente, en el tema de los derechos humanos. En este momento, nada definirá la naturaleza de nuestro partido como este tema. La disyuntiva entre ser un partido conservador y uno progresista se encuentra aquí, mas que en otros ámbitos. Tenemos que decidir que queremos ser y explicarle bien a la gente nuestra decisión. Lo que no podemos es seguir siendo ambiguos.
Llegó la hora de las definiciones. De hacer lo que se requiere, sin cálculos. De hacer política de cara a la ciudadanía, prescindiendo de quienes desde las sombras del poder han influenciado nuestra visión sin asumir ninguna responsabilidad. De estar dispuestos permanentemente al escrutinio. De retomar la vocación de servicio que es consustancial a nuestra acción pública. No es solo por el partido, sino por el país. Para devolverle a Costa Rica la fuerza reformadora que se necesita para desencadenar la fuerza de un país que lo tiene todo para alcanzar el desarrollo. Costa Rica necesita al PLN que creó el ICE, el Ministerio de Cultura y la Orquesta Sinfónica Nacional. Que nos dio el aguinaldo y el IMAS, así como el SINEM. El partido de Avancemos y la Red de Cuido, de la vivienda y la infraestructura. Que hizo de Costa Rica un país verde, líder mundial en temas ambientales. Costa Rica necesita, en suma, al partido que la hizo grande. No le fallemos.
3 comentarios:
Perfecto
Muy bonita retórica .
Ya dijo don Roberto qué es lo que hay que hacer.
Por qué no nos dice COMO piensa Usted que se puede lograr lo que propone ?
Y como hacer para que los costarricenses vuelvan a confiar si los hombres y mujeres que elegimos para los mas altos puestos son los primeros que se desvían del pensamiento social-democrata del partido y terminan enriqueciéndose aun a sabiendas de que lo hacen a costa de los votantes que les entregaron su confianza?
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