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lunes, 19 de septiembre de 2016

Gracias, don Oscar

No es casual que una decisión como la que tenía que tomar Oscar Arias tuviera en vilo a la nación política costarricense durante tanto tiempo. Hablamos de quien posiblemente sea la persona que más ha gravitado en la política nacional en los últimos 30 años. Del mas intelectual de los políticos, y el más político de los intelectuales, en palabras de Rodolfo Cerdas. El personaje costarricense de mayor proyección internacional de la historia, una de las 98 personas que han recibido el premio Nobel de la Paz desde 1901. Dos veces Presidente y el político costarricense mejor calificado de las últimas décadas. No es de extrañar que su anuncio haya generado tal expectativa.

¿Y qué fue lo que hizo de Oscar Arias ese político mejor valorado del siglo XXI? Por supuesto que se trata de un conjunto de factores, pero uno de los mas importantes es sin duda uno de los mas escasos actualmente: la confianza. La gente podía pensar muchas cosas sobre su personalidad, simpatizar o no con él personalmente, criticar sus formas percibidas como impacientes y arrogantes, pero cuando don Oscar le hablaba al país, la gente ponía atención.

Y lo hacían porque, estuvieran de acuerdo o no con lo que les decían, tenían la certeza de que les hablaban con la verdad. Así fue como don Oscar logró la aprobación del TLC con Estados Unidos, cuando decidió asumir él personalmente, en un acto de coraje político que solo puede venir de una profunda claridad de propósitos, el peso de la campaña del “Sí”, empujando un resultado que constituyó un hito histórico para el país.

Pero su decisión de no participar en el proceso electoral  era esperable para quienes saben que don Oscar es una persona consistente. Su convicción de que hay que abrirle espacio a nuevos liderazgos no es nueva. Fue él quien designó a doña Victoria Garrón como primera mujer vicepresidente de nuestro país. También fue don Oscar el que impulsó a la primera mujer a la Presidencia de la Asamblea Legislativa, así como a la primera mujer Presidenta de la República. Don Oscar siempre ha creido en la renovación, y no ha sido una creencia de la boca para afuera, sino que la ha practicado a lo largo de su trayectoria política. Hasta en los pequeños detalles, como el de nombrar en el 2007 a un modesto politólogo de la UCR como su Ministro de Planificación, pese a que ni siquiera había votado por él.

Otra de las razones mencionadas tiene que ver con la ingobernabilidad. Para alguien que concibe la política como la oportunidad de hacer cambios –no de prometer cambio para llegar al poder y luego no hacer nada-,  el panorama de la Costa Rica política del 2016 tiene que resultar desalentador, sobre todo para una persona que forjó, contra viento y marea,  un acuerdo de paz que acalló las armas en Centroamérica, y que concretó la última gran reforma que adoptó este país, como lo fue la aprobación del TLC con EEUU. Pensar en el poder de esta forma, propio de un estadista, resulta incompatible con la pequeñez mental de grupos minoritarios que desafortunadamente están teniendo un peso desproporcionado en la vida política nacional.  Hipotecar una brillante trayectoria política de 50 años en estas circunstancias habría sido muy injusto.

Quienes lo apreciamos y admiramos esperamos su decisión con sentimientos encontrados. Por un lado, sentíamos que era absolutamente innecesario que don Oscar se expusiera a la maledicencia absurda de los enemigos de siempre, que ahora con el megáfono de las redes sociales pueden hacer aun más daño. Pero por otro lado, sobre todo quienes servimos con él en el gobierno, estábamos convencidos de que con su liderazgo sería posible hacer muchos de los cambios que el país necesita. Que con su claridad y convicción se podría poner a Costa Rica a caminar de nuevo, tal y como lo hizo en el 2006, después de un gobierno muy parecido al actual.

Pero, una vez mas, confiaremos en su criterio y comenzaremos a buscar los nuevos liderazgos que él, con su inconmensurable optimismo en la democracia y su capacidad de renovarse, nos asegura que están ahí. Y no solo lo dice: con su retiro de la contienda los facilita, como lo hizo en el pasado, y como está convencido que debe hacerse ahora.

Don Oscar dice que no se retira y seguirá opinando sobre temas relevantes, así como que seguirá luchando por impulsar sus ideas, las que de paso sirvieron para modernizar el pensamiento del Partido Liberación Nacional. A diferencia de la decisión de participar o no en la contienda electoral, la de mantenerse activo no es una que pueda tomar por sí solo: el país no puede privarse de su pensamiento lúcido, profundamente democrático, lleno de esperanza y optimismo por un futuro mejor.

Pero en este momento en que don Oscar decide entregar la estafeta, en una acto más de consecuencia y honestidad política, no queda mas que agradecerle su entrega, su sacrifico, su ejemplo y su lucidez.  Esta trayectoria brillante, como lo dijera él mismo en su discurso del 1 de mayo del 2010, lo llevó  “…al lugar más hermoso que jamás haya visto: al corazón del pueblo de Costa Rica. Ahí construí mi casa. Ahí planté los rosales de mi espíritu. Y cuando me vaya de la Presidencia, no me iré de ese rincón del Paraíso. Siempre estaré con ustedes, como presencia o como recuerdo, y seré eternamente el servidor de este pueblo al que tanto quiero”.

Muchas gracias, don Oscar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La estafeta se entregó en el 2010 a un error que el puso y no dio seguimiento.
La mayoría puede celebrar que el presidente que montó el déficit fiscal no quiera volver. Igual va a tener su cuota para poner a sus amigos, no jóvenes, los de siempre.
Entre sus grandes obras son el estadio Nacional ("regalado") y la "autopista" a Orotina (concesionada).
Su plan escudo fue programado para quebrar a la caja y su propuesta de apertura eléctrica fue un colocho para el gobierno siguiente.
Creó su propia zona franca para darle más trabajo a los costarricenses. Muy bien, pero ese es su objetivo, siempre sacar algo.

No van a entrar jóvenes a la política no porque Óscar Arias no vaya de candidato sino porque hay muchos de los mismos ahí en banca esperando donde los ponen.