Twitter: @robertogallardo
La libertad de expresión es un derecho complejo, porque aun cuando se garantice legalmente, también puede ser limitada de múltiples maneras en la práctica cotidiana. No deja de ser paradójico que sea en las redes sociales, una vez celebradas como una promesa para la libertad de expresión, donde se concrete la amenaza contemporánea más importante a ese derecho básico, del que el político estadounidense Daniel Webster alguna vez dijera “si tuviera que renunciar a todos los derechos menos uno, me quedaría con la libertad de expresión, porque desde esta podría recuperar todos los demás”.
En este entorno, la postcensura se presenta como un fenómeno de “silenciamiento”, en el que las personas limitan su libertad de expresión ante el temor al linchamiento digital. Así ciertas ideas desaparecen del debate público, cosa que es celebrada por grupos que tienen una concepción restringida de la libertad de expresión. Y no se trata de una situación sutil: hay grupos que exigen, a nombre de una causa, de una visión o simplemente desde su disenso, el recorte de la libertad de expresión. Y lo hacen, frecuentemente, en nombre de una moralidad que se presenta como progresista, pero que en realidad es profundamente autoritaria.

La respuesta, citada por Ivars Soto en su libro, viene del Comité de Derechos Humanos de la ONU: ""el derecho a la libertad de expresión no solo se aplica a las informaciones e ideas generalmente consideradas útiles o correctas", sino que incluye expresiones controvertidas, chocantes e incluso falsas: “El mero hecho de que una idea sea desagradable o sea considerada incorrecta no justifica su censura"". Agregaría, además, en línea con lo que manifiesta el Comité, que no existe un momento idóneo para el ejercicio de la libertad de expresión; este no se debe limitar a la existencia de condiciones particulares o coyunturales específicas.
Así pues, tanto la censura clásica como la postcensura se presenta en “el choque que se produce cuando el individuo libre quiere expresar una idea y la comunidad quiere impedírselo. No son simplemente herramientas de poder, “sino la consecuencia de que un individuo o un grupo se arrogue el derecho de silenciar a otros individuos o grupos”. Esto es a todas luces inaceptable.

La forma más eficaz de combatir la postcensura, y resistir el avance del autoritarismo en las redes sociales, y eventualmente en la sociedad misma, es no renunciar nunca a nuestro derecho a expresar una idea en el momento en que lo consideremos pertinente. Si comenzamos a ceder ante los grupos que pretenden limitar no solo la expresión de esas ideas, sino además los momentos en las que pueden expresarse, estaremos comenzando a resignar ese derecho que como dijo Webster, es el que nos permitiría recobrar todos los que podamos perder. No lo permitamos.
3 comentarios:
Definitivamente cualquier acto que atente a la libertad de expresión es muy reprochable.
Sin embargo, hemos sido testigos como nuestra sociedad, hace verdad algunos “memes” y frases sin sentido.
En múltiples ocasiones lesionando la honorabilidad de personas, en otras valientemente haciendo denuncia.
La duda está, somos lo suficientemente maduros como sociedad para discernir y filtrar información que hace ruido a la información valiosa?
Parece que hoy en día las redes sociales son los medios que nos lleva a la toma de decisiones.
Excellent and superb post
Great post. Thanks
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