Un día de estos un amigo me preguntó cómo podía explicar el encanto de Twitter. No me había detenido a pensarlo hasta ese momento, pero lo primero que se me ocurrió me pareció finalmente la mejor descripción posible: para mí Twitter es el equivalente al barrio de mi juventud.
El barrio era el lugar en donde estaban los amigos. Lo ideal era que quedara cerca de donde uno vivía (o que uno viviera en el barrio), pero podía darse el caso de que uno viviera en otro lado pero igual perteneciera al barrio. A mí me pasó, cuando me pasé a vivir a Sabanilla a los 15 años, pero mi barrio siguió siendo San Pedro hasta que me casé.
Al barrio uno iba si estaba aburrido en la casa o cuando venía del cole. Había puntos de encuentro tácitamente prefijados, la casa de fulano, la acera enfrente de la casa de fulana, el parquecito detrás de la embajada tal. Podía ser que la gente se pusiera de acuerdo para verse en alguno de estos puntos, o que las reuniones surgieran espontáneamente. Darse una vuelta por esos lugares para ver a quién se encontraba uno era el final perfecto para un día de colegio, o el inicio de una larga noche de conversaciones variadas, a veces matizada con alguna bebida espirituosa.
Tengo la impresión que ese tipo de barrio ya no existe, al menos en los grandes centros urbanos. Me parece identificar algo parecido aquí en Santa Ana, porque periódicamente veo un grupo de jóvenes reunidos enfrente de una casa cerca de la mía, pero esto es una excepción. Siguen existiendo las barras de amigos, pero me parece que el centro de reunión que era el barrio ya no es lo que era antes.
Hasta que llegó Twitter. Es el mismo sentimiento. Llegamos a la casa y nos damos una vuelta por el barrio, a ver de qué hablan los amigos, quiénes están y quiénes se han perdido, cuáles son los últimos comentarios/chismes/opiniones/tópicos de interés. Como lo hacíamos en el barrio, a veces simplemente oímos a otros conversando y a veces somos nosotros los que opinamos. Como a menudo sucedía en el barrio, puede haber varias conversaciones simultáneas con diferentes niveles de profundidad o superficialidad. Estar ahí nos descansaba y pasábamos un rato ameno. Y por eso siempre queríamos volver. Igual que en Twitter. Treinta y tantos años después de haber perdido mi barrio, ahora puedo decir que tengo uno nuevo. ¡Me encanta!
4 comentarios:
Gracias por la analogía tan linda, don Roberto. Tampoco nunca lo había visto así y creo que tiene usted toda la razón.
De hecho don Roberto, ese tipo de barrios todavía existen! eso es muy común en los barrios de clase media baja y/o populares! aún así tiene mucha razón Twitter es ahora que la adolescencia ha pasado y tenemos más obligaciones, como esos puntos de encuentro, y de hecho para mí Twitter, ha sido mi reencuentro con ese pasado no tan lejano en mi caso!
Me llegó el comentario, lindo!mueve fibras. También soy de San Pedro, nos movíamos entre la casa de don Manolo Amador, la de los Muñoz Nanne, o la plaza Roosevelt. Luego un tiempo por Lourdes y vargas Araya donde no fdaltaban barras, potreros para ir por las manzanas de agua o rosa y juegos tradicionales en las calles.
Yo no soy twittera, pero me pasa lo mismo con FB. La necesidad de comunicar no cesa, lo que cambia son los espacios. Saludos Profe
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