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domingo, 15 de noviembre de 2015

Francia en un dilema; la presidencia y la prensa

No es mi campo, pero imposible no decir un par de cosas sobre los acontecimientos en París. Primero, el aparente cambio de estrategia de los terroristas, al atacar lo que en términos de seguridad denominan “objetivos blandos”, es decir, objetivos sin valor militar o simbólico, como había sido hasta ahora la práctica de estos grupos. Esto representa un reto enorme para los cuerpos de seguridad, que tendrán que intensificar la labor de inteligencia, y replantear algunas visiones respecto a lo que se debe hacer –cuánto hay que sacrificar-,  para poder prevenir ataques como estos.

En el caso de Francia, este ataque la pone en una encrucijada. Una sociedad que se ufana de su apertura y tolerancia, de pronto se enfrenta a la dura realidad del terrorismo. ¿Cómo preservar esa esencia cuando corrientes políticas en ascenso utilizan estos atentados para reforzar sus discursos xenofóbicos?

Ya hubo una reacción militar, mas en la línea de las respuestas estadounidenses –muchas veces criticadas por los franceses-,  y el Presidente Hollande, cuando habló, con entendible indignación, unas horas después de la masacre, sonó mas parecido a George Bush sobre los escombros del World Trade Center, que al Presidente del país de la libertad, la igualdad y la fraternidad.

El otro tema es que, de confirmarse que uno de los terroristas ingresó a suelo galo haciéndose pasar como refugiado, la Unión Europea podría replantear su política de apertura. Ya en Alemania la Canciller Merkel se encontraba bajo presión de distintas fuerzas políticas para que endureciera la postura alemana frente a la oleada de refugiados provenientes de Medio Oriente.

Igual pasará en los Estados Unidos,  en donde los republicanos –y cuidado si no lo hacen algunos demócratas también-, de seguro le pedirán al Presidente Obama echar marcha atrás en la decisión del gobierno de recibir una importante cantidad de refugiados sirios. Sería una consecuencia lamentable que estos atentados terminaran cerrándole las puertas de la esperanza a miles de personas que se ven forzadas a huir de esa misma barbarie que ahora a todos nos impacta tanto.

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El nivel de tensión entre la prensa y la Presidencia de la República ha venido en aumento y para confirmarlo no hace falta mas que ver los martes la conferencia de prensa después consejo de gobierno.  Y además el presidente Solís, una semana sí y otra también, evita dar declaraciones a la prensa. Del candidato risueño y cercano,  mimado de cierto sector de la prensa, ya no queda mas que el recuerdo.

Las relaciones entre prensa y política son conflictivas por naturaleza. No es diferente con este gobierno, aun cuando a veces uno tiene la impresión que el presidente y su grupo creyeron muy ingenuamente que el trato recibido por la prensa en campaña derivaba de factores objetivos, como su personalidad, su empatía, su imagen no-política. Pero a la tensión natural entre prensa y políticos, a este gobierno hay que sumarle un factor adicional: el irrespeto a la figura de la Presidencia.

El nivel de agresividad de algunos periodistas, que incluso han informado, no muy discretamente, sobre aspectos hasta ahora considerados personales de la vida de algunas figuras públicas,  denotan un cambio cualitativo en las relaciones de la prensa con Zapote, uno, desafortunadamente, que no ha sido para bien, y que podría tener consecuencias difíciles para quienes ocupen la silla presidencial u ocupen cargos públicos en el futuro.

Para quienes hemos estado en cargos de esta naturaleza no es sorpresa que la prensa sea inquisidora, a veces incluso sin entender en su totalidad la complejidad inherente al ejercicio del poder. Pero lo que está pasando con este gobierno va mas allá. Poco ayuda el ministro de Comunicación, cuyo carácter lo traiciona a menudo y lo pone en la ruta del enfrentamiento directo con sus colegas, a quienes aparentemente subestima profesionalmente, al punto de ofrecerse para “darles clases de periodismo”.

Pero tampoco ha ayudado el presidente mismo, quien no parece haber entendido que la cercanía con la gente no se construye como presidente como lo hacía en campaña electoral. El cargo se ha visto banalizado en los múltiples atuendos que ha usado, pero también en su propensión a la respuesta que pretende ser ingeniosa, pero que termina siendo insuficiente o despegada de la realidad.

Tampoco colaboran los miembros de su gabinete, con un perfil bajísimo, que no ayuda a aliviar la presión sobre Zapote, lugar en el que caen todas las interrogantes que no se contestan en los ministerios o instituciones autónomas. Ni tampoco la invisibilidad del ministro de la Presidencia, cuya ausencia se hace cada vez mas pesada para el gobierno y la Asamblea Legislativa.

Ojalá que no se siga por esta ruta del enfrentamiento y del irrespeto. Es una cuestión de preservación de la institucionalidad

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Libertad, Igualdad, Fraternidad, no Legalidad :)

Roberto Gallardo (@robertogallardo) dijo...

Corregido! Muchas gracias!