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domingo, 31 de julio de 2016

Legislar en caliente

Es una recomendación que oímos cada vez que, al finalizar un partido,  un jugador de futbol hace una declaración fuera de tono: mejor no hablar “en caliente”, con las emociones a flor de piel, cuando los sentimientos toman control y no se tamizan las palabras en el filtro de la racionalidad. Dicho en otras palabras, piense antes de hablar o actuar, no deje que las emociones coyunturales guien sus acciones.

La recomendación debería aplicarse en todos los ámbitos del desempeño profesional. Puede y debe haber pasión en lo que hacemos, pero sustentada en la convicción que deriva saber que se está haciendo lo que en nuestra perspectiva es correcto. Esta debería ser una construcción racional, un proceso reposado de ponderación de factores que nos permitan arribar a convicciones sólidas, precedida de un análisis que debe tratar de atemperar la influencia de factores coyunturales, cuya interferencia puede resultar en conclusiones que pueden parecer correctas en el corto plazo, pero que se revelan con el transcurrir del tiempo como insuficientes, desproporcionadas o inadecuadas.

Si la recomendación a los futbolistas, respecto a acciones individuales que no tienen mayores consecuencias colectivas, nos parece válida, con mayor razón habría que pedir la misma mesura en el proceso de formación de leyes en Costa Rica. Legislar “en caliente” es, desafortunadamente, una práctica común, y que tiene, esa sí, consecuencias sociales de diferente magnitud.

El último ejemplo de esta forma de acometer ciertos asuntos públicos es la reciente aprobación de la ley contra el maltrato animal. Aquí vale la pena mencionar que la legislación es absolutamente necesaria, y que no se pone en duda la urgencia de contar con un marco jurídico que permita castigar la crueldad contra los animales.

Pero, hecha esta precisión, la aprobación de esta ley es un ejemplo fidedigno de lo mencionado anteriormente. El proyecto ha enfrentado un camino empinado, objetado algunos de sus puntos por legisladores sobre todo de zona rural, obstáculos a los que se suma, como ha sido la constante en estos dos años, la desorientación política y la debilidad legislativa de un gobierno preso de sus desmedidas promesas.

El desentrabamiento del proceso se originó, como cada vez es mas frecuente en Costa Rica, por la intervención de los medios. Una cobertura asfixiante de la brutal agresión que sufrió un perro en La Unión, así como el inicio de una campaña para recolectar firmas para la celebración de un referéndum sobre el proyecto, crearon un clima de presión que resultó inmanejable para los diputados.

Visto de esta manera no pareciera haber problemas, pero habría que ver un poco mas allá de la coyuntura. Primero, el poder de fijación de la agenda de debate público que tienen los medios en la actualidad, se ha tornado en un elemento que debe ser analizado con mucho cuidado. Y no nos engañemos: en redes sociales se puede creer tener una gran influencia, pero ningún tema es verdaderamente público hasta que aparece en alguno o algunos de los medios de comunicación tradicionales.

Segundo, en medio de las imágenes desgarradoras del perro agredido, presentadas mañana, tarde y noche, la posibilidad de hacerle reformas al proyecto quedó cerrada. Como pasa muchas veces con temas de naturaleza emocional, se generó un clima de crispación que no permitía ningún asomo de disidencia. Y no está de mas mencionar que muchas de las voces que pretendían acallar a quienes tenían objeciones al proyecto, parecían poner mas atención al mensajero y a su filiación política, que al fondo de sus observaciones.

El resultado del proceso es una ley aprobada apresuradamente, “en caliente”. Hay varias consecuencias, la principal, que terminemos con una ley excesiva cuya reforma -una cosa como una reforma a una ley vigente no generaría nunca el mismo sentido de urgencia-,  puede tomar años, si es que finalmente se pudiera hacer posible. Pero además, para quienes actuaban de buena fe, esta ley puede agregar una frustración adicional, si la Sala Constitucional valora como válidas algunas de las impugnaciones que han surgido, una vez pasada la atmosfera intolerante previa a la aprobación de la ley, respecto al texto final.

El proceso de formación de leyes es demasiado importante para que esté definido en una atmósfera desigual, producto de la desproporcionada influencia de algunos actores, cuyo peso se ve potenciado por el desinterés de la ciudadanía hacia los temas de índole colectivo. Las leyes deben surgir de un proceso dinámico, pero sereno, en el que las exigencias de la coyuntura sean incorporadas de manera racional, permitiendo un debate en el que no se descalifique de entrada ningún argumento. De lo contrario seguiremos legislando “en caliente”, con todo lo que eso significa para el país.

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La valoración de las primeras fechas del campeonato de fútbol de la primera división es uno de los temas que se incluyen en la ultima edición de Café Futbol CR, producción de Alvaro Gallardo, Alberto Alfaro y Leo Pandolfi

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