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viernes, 12 de septiembre de 2008

La mala noticia es que no haya malas noticias

Retomo el tema de mi última entrada, agregándole algunos elementos. La publicación de toda la información sobre la compra de los denominados bonos chinos ha permitido comprobar que no había nada que ocultar, y por lo tanto, la razón que esgrimía el Gobierno para no dar a conocer los detalles de esta transacción era cierta, es decir, que el Gobierno chino le había solicitado que se mantuviera en secreto los detalles de la transacción, cosa que además han confirmado hasta la saciedad los mismos representantes del gobierno chino. No hubo comisiones para funcionarios públicos, no hubo intermediarios y las condiciones de la compra fueron altamente favorables. La operación misma la llevó a cabo el Gobierno chino a través de su agencia gubernamental (SAFE) que a su vez contrató a su representante financiero global (Bank of New York), que a la vez se apoyó en su agente local (BCT), con quien ha venido trabajando en los últimos 20 años. El Gobierno, amparándose en la Ley del Mercado de Valores, sostuvo la información hasta que la Sala Constitucional consideró que primaba el interés público y el derecho a la información sobre la Ley mencionada. El Gobierno dió a conocer el único dato que le hacía falta revelar, que era la tasa de interés de la operación y se publicaron los documentos relacionados con el establecimiento de relaciones con China y de concreción de la venta de bonos. Eso es todo. Más claro ni echándole agua.

Yo me imagino que para el algunos periodistas esto fue una gran decepción. La mala noticia es que no hay malas noticias. Solo así puede uno explicarse la decisión de publicar un titular como el que publicó La Nación el día de ayer (11-9-08). Esto no es una noticia, sino una conclusión parcializada citando entrevistas pasadas, sin siquiera tomarse la molestia de consultar a los implicados, en lo que parece ser una renuncia tácita a cualquier aspiración de objetividad y equilibrio informativo. Y esta desafortunadamente parece ser una tendencia en algunos medios. Hace unos días Telenoticias presentó una nota sobre el nivel de ejecución presupuestaria de los ministerios en la que no se incluyó ninguna declaración de algún funcionario de Gobierno respecto al tema, cuando uno creería que en aras del balance debería haberse hecho. (Es realmente sorprendente como informa este noticiero sobre algunos temas, sobre todo los relacionados con el Gobierno: a principios de esta semana Ignacio Santos se preguntaba dónde estaban los mil que se decía que estaban pensando en su seguridad -alusión a todas luces inapropiada a la propaganda del PLN en la campaña pasada-, porque según lo confirmaba un estudio de PNUD la inseguridad había aumentado, lo que de alguna manera confirmaba el fracaso del Gobierno en materia de seguridad. ¡El problema es que el informe se refería al período 2003-2005, un año antes de que este gobierno iniciara funciones!. Y lo peor de todo es que en la nota periodística se especificaba claramente este dato, que Santos refirió ignorar).

No es posible que se publiquen notas de este tipo sin hacer un esfuerzo por consultar a las personas involucradas. Cuando no se guarda el debido equilibrio para informar, lo que se hace es expresar una opinión camuflándola de noticia. Eventualmente esto menoscaba la credibilidad de los medios, porque la gente no es tonta y se da cuenta de cuando se quiere meterle gato por liebre. Y la credibilidd de los medios es importante para una democracia como la nuestra. Ojalá que así lo entiendan quienes dirigen los medios de comunicación en nuestro país.

1 comentario:

roberto echeverría dijo...

nadie comenta. qué extraño. por cierto, esto no es un comentario.