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martes, 24 de noviembre de 2009

El legado de Karla González

Con Karla González tuve una relación de trabajo cercana. Puedo decir que es una de las personas del Gabinete con la que tuve una mayor relación profesional, tan solo porque además de asistir al Consejo de Gobierno cada miércoles también nos encontrábamos la mayoría de los jueves en la sesión de la Junta Directiva del Consejo Nacional de Concesiones. No fue fácil. Karla es una mujer de carácter complejo, que frecuentemente me sacaba de mis casillas. Convencerla de algo resultaba una tarea titánica (ahorita la verdad no me acuerdo haberla convencido de nada), y con alguna frecuencia teníamos discusiones que a veces no tenían una resolución completamente satisfactoria para ambos, o por lo menos para mí. Me exasperaba su rigidez, lo que percibía como una poca disposición a transar, de encontrase a medio camino, la horrible costumbre de no devolver una llamada. Puede parecer que me caía mal o que no tenía buena relación con ella, pero nada más alejado de la realidad. Junto con Javier Flores vacilábamos mucho en los Consejos de Gobierno que se celebraban fuera de San José, al punto que en algún momento pensé que el Presidente nos iba a llamar la atención públicamente. Incluso en los Consejos de Gobierno en Zapote siempre encontrábamos la ocasión, para consternación de Eugenia Flores siempre tan recatada y seria y situada entre Javier, yo y Karla, para reirnos de alguna tontera.

En retrospectiva ahora me doy cuenta que fue precisamente por su personalidad fuerte que su gestión al frente del MOPT fue una de las más exitosas que haya tenido un Ministro de Obras Públicas y Transportes en los últimos años. Si no hubiera sido lo testaruda que es, no habría podido nunca revertir el estado de abandono en que se encontraban las principales carreteras del país. Ahora es muy fácil -e infinitamente mezquino-, demeritar su gestión a la luz de un hecho específico, pero nadie parece recordar el estado de la carretera entre Palmar Norte y Río Claro al principio de esta administración, tachonada de miles de redondos huecos de bordes filosos que significaban el fin de llantas y aros, o la literal desaparición de la carretera entre Belén y Huacas en Guanacaste, o las casi dos horas que tomaba recorrer los 48 kilómetros entre Liberia y Cañas. Tres años después podemos transitar con fluidez por las principales carreteras del país. Parece fácil decirlo, pero requirió de un esfuerzo monumental y una voluntad de hierro que no necesariamente genera simpatías. A Karla eso nunca la detuvo, y los resultados están a la vista.

Ningún cálculo político orientó su trabajo. Lo que hizo lo hizo siguiendo sus propias convicciones. De lo contrario nunca habría propuesto una Ley de Tránsito tan a contrapelo con lo que se consideraba hasta ese momento casi que una manifestación cultural inmutable. A mí no deja de sorprenderme el cambio de costumbres que ha venido generando esta Ley, y pienso en la cantidad de vidas que se han salvado simplemente porque la gente entendió -aunque fuera a la fuerza-, que es mejor organizarse de alguna manera antes que manejar borracho. Cuando algunos expresaron su preocupación por lo que parecían sanciones desmedidas, la cabezona de Karla no dio el brazo a torcer y finalmente se salió con la suya, porque aun cuando la aplicación de algunas sanciones ha sido pospuesta, hay otras que desde ya están cambiando el estado de las cosas. Desde que esa Ley se aprobó, somos un mejor pueblo, uno más responsable y mesurado. No es poca cosa.

Echó a andar el proyecto de infraestructura más grande de los últimos 30 o 40 años en este país, como lo es la carretera a Caldera, lo que no habría sido posible si no hubiese empujado -jodido- a todo mundo como lo hizo. Los ahorros monumentales que esta obra le producirá al país y la mejora en la competitividad que esto representa, deberían ser incluidos en la valoración de las quejas de algunos sectores por el monto de un peaje, las que parecerían insignificantes si no se olvidara tan rápido las presas constantes que había desde la salida de Escazú al Gimnasio Nacional, o el estado precario de algunos puentes en la misma ruta. Pero así somos los ticos, de memoria corta y propensos a la ligereza.

Y así hay múltiples ejemplos. El legado de Karla González es enorme. Y todo su trabajo estuvo orientado por una firme convicción de que lo estaba haciendo era lo correcto. No estaba en el puesto para granjearse simpatías, sino para hacer lo que tenía que hacer. Y lo hizo con valentía, como se lo reconoció el Presidente. Actuó con firmeza y una gran honestidad, sobre todo intelectual. Yo tengo la esperanza de que haya fijado un estándar para quienes vienen, porque con unas 4 o 5 Karlas en los próximos gobierno podríamos finalmente cubrir el déficit de infraestructura que el país tiene. Aunque nos saquen de nuestras casillas.

1 comentario:

Alejandro Barahona Kruger dijo...

Con todo respeto Roberto, no comparto tu simpatía, no siento que las cosas estén tan bien como las ves.
Creo que cada gobierno cree que lo que hizo nadie más lo podía hacer mejor, lo cierto del caso es que las calles y puentes están en lamentable estado (huecos, platinas y colapsos), aceras nuevas o con mantenimiento sobre calles nacionales son difíciles de encontrar y qué decir de nuevas obras, las pocas, duran una eternidad, y no se aplican sospechosamente multas como San Francisco, Paraíso, Puente sobre el Río Parrita, etc.
En el caso de Caldera, bueno una obra en concesión que no escapa a la polémica que caracteriza este instrumento de inversión privada y que aún no terminan gracias a los destrozos ambientales que produce su construcción así se quieren meterse con Limón.
Yo espero que el próximo gobierno sea mejor que este porque después del CAFTA, definitivamente es poco lo que se puede citar. No se cumplió con subir del 6 al 8 la inversión en educación (ahora dice Laura que ella si lo hará), Paz con la naturaleza es un fiasco, Salud, se mantiene igual pero no se mejoro la atención, las filas y la espera la misma y qué decir de Seguridad estamos viviendo en el lejano oeste mientras la Ministra disfrazada de policía dice que es cosa de percepción.
Roberto, mis comentarios los hago desde lo que vivimos la mayoría, no lo que dice la propaganda electoral del gobierno.