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domingo, 8 de mayo de 2016

El discurso del presidente Solis ante la Asamblea Legislativa

El pasado 2 de mayo, el presidente presentó ante la Asamblea Legislativa su informe sobre el Estado de la Nación. Es una fecha relevante porque permite, entre otras cosas, cotejar la visión que el gobierno tiene, no solo del país, sino de su propio rol en el proceso de desarrollo costarricense.

¿Qué es lo que los costarricenses quieren oir en este discurso?. Difícil definirlo con precisión. Es por eso que este mensaje siempre genera polémica, porque siempre habrá personas que se sientan defraudadas por no escuchar lo que consideran importante.

Es mas fácil adivinar que es lo que NO quiere escuchar la ciudadanía. Una es la exaltación desproporcionada de hechos que se consideran comunes; otra, que se quiera convencerla de cosas que no son reales.

Por ejemplo, el presidente recuerda que a él lo “…llamó la historia para iniciar el cambio de un sistema político que ha mucho está requiriendo de reformas profundas…”. Aparte de lo que revela la frase respecto a la autoestima presidencial, los resultados de su gestión no permiten vislumbrar ni siquiera el inicio de ese proceso de reformas.

Este es un ejemplo de la tendencia a la sobrevaloración de resultados, en muchos casos nimios, que vienen de quien hace apenas 24 meses sostenía que el país se encontraba al borde del abismo. Es la misma persona que ahora sostiene que hoy, “…Costa Rica, como pocas veces en el pasado, está en posibilidad de dar un salto cualitativo hacia el desarrollo pleno en pocos años.” ¿Qué ha pasado en estos dos años para que hayamos pasado de la debacle apocalíptica, a estar al borde del desarrollo pleno?

Esa disonancia entre lo que el gobierno dice que está haciendo, y lo que la gente se da cuenta que en realidad está haciendo, es lo que explica que gran parte de la ciudadanía haya decidido pasar la página respecto a este gobierno. Y no se trata de una falla de estrategias de comunicación: no habrá estrategia que sirva cuando no hay hechos relevantes, que puedan ser ofrecidos como prueba del cambio prometido, o mas bien los resultados no son los mejores

Pero mas que el mensaje mismo, probablemente es aun mas revelador el debate que sigue al mensaje. Y no es lo que dice la oposición, que es absolutamente previsible, sino mas bien la defensa que hace el gobierno. Y aquí habría que hacer una precisión: hablamos de la defensa que hace el presidente de su gobierno, porque en este debate ha estado conspicuamente ausente su gabinete, ayuno de operadores políticos dispuestos a salir en defensa de la obra, aunque sea pequeña, de la administración de la que forman parte.

Descubrimos en este post-discurso, que para Solís, el gobierno “ya cumplió con proponer proyectos”, en este caso sobre la reforma fiscal. Al oir una cosa así, se comprende por qué la cosecha legislativa de esta administración ha sido mínima, en tanto el trabajo del Ejecutivo en la Asamblea apenas comienza con la presentación de los proyectos.

También quedó claro que, ante los constantes cuestionamientos acerca de la naturaleza del cambio prometido, el presidente ha tenido que decir las cosas que no quiso decir en la campaña, o desdecirse de algunas que dijo, que se han desmoronado frente a la ineluctable y aplastante lógica de una administración pública trabada con mandos medios empedrados (cosa que negó también en campaña como una excusa de políticos negligentes). Por eso, en la semana que debe rendirle cuentas al país, el presidente ha hecho un esfuerzo enorme por definir que NO es el cambio, ante la ausencia de elementos que le permitan definir lo que sí constituye ese cambio del que todavía se sigue hablando como algo eventual.

Y tercero, el presidente, ante las críticas constantes de presentar como propias obras que vienen de otros gobiernos, insiste que las obras no son de los presidentes o Presidenta, sino del pueblo. “La obra pública no “pertenece” a ninguna administración”, dijo Solís en su discurso. “Por lo tanto grave sería que uno u otro Gobierno pretendiera “apropiársela” como si esta hubiese sido edificada con recursos del propio peculio presidencial. Miro la gestión gubernamental… como un proceso en el que unas y otras administraciones formamos parte de un continuo definido por el mandato popular”, afirmó, con un dejo de exasperación, el presidente.

Pero es precisamente su gobierno el que ha intentado “apropiarse” de algunas obras como una forma de rebatir su propia inacción, especialmente en el campo de la infraestructura. Se repite constantemente una lista que ya nos es familiar: la ampliación de la ruta Cañas-Liberia, la carretera Chilamate-Vuelta de Kooper, la nueva carretera a San Carlos, la Terminal de Contenedores de Moín, la ruta 32 (proyecto que estuvo paralizado 2 años sin razón alguna), y algunas otras obras que Solís no quiere que los gobiernos que las iniciaron las reivindiquen, pero que no duda en hacerlo para el suyo.

Ciertamente, la gestión gubernamental es un continuo. El tema no debería ser si los gobiernos pueden o no reivindicar su trabajo y esfuerzo, si no mas bien identificar el aporte propio en ese continuo. Es ahí en donde el gobierno de Luis Guillermo Solís no ha podido, y no parece que pueda en lo que le
queda, hacer la tarea.
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Como todas las semanas, los invito a escuchar Café Futbol CR, podcast producido por Alvaro Gallardo y Alberto Alfaro.

1 comentario:

sanleeco@hotmail.es dijo...

Don Roberto en la mayoría de ocasiones cuanto los ex presidentes y la señora ex presidenta han rendido su informe de labores a los miembros de los diferentes poderes y a la ciudadanía en general, los diputados opositores, duran una semana o mas criticando ese informe, en este caso me parece que el discurso e informe de nuestro presidente, paso sin pena ni gloria como algo sin trascendencia y eso preocupa por cuanto la rendición de cuentas es un pilar de la democracia y este desanimo en los diputados es una pésima señal para el pueblo. Saludos