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domingo, 14 de agosto de 2016

El audio y la verdad

“Buenas tardes a todas y a todos, quiero mandarles un mensaje de prevención a partir de información de la Comisión Nacional de Emergencia, que ha pronosticado que en las próximos horas ocurrirá un terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter, con epicentro en Goicoechea, que afectará severamente todo el Valle Central. Mi recomendación es que se mantengan alertas y se aprovisionen con alimentos enlatados, agua embotellada y radio y baterías para poder seguir las instrucciones de las autoridades. Besitos y que Dios nos acompañe”

Imagine que recibe un audio con este mensaje, y que la persona que habla suena EXACTAMENTE igual que el presidente. ¿Qué haría usted? ¿Iría efectivamente al súper o a la pulpería a comprar lo que se sugiere? ¿Y qué haría si el mensaje lo que dice es que el banco en donde tiene sus ahorros enfrenta problemas financieros y se está pensando declarar la quiebra del mismo? ¿Saldría en carrera a sacar sus ahorros antes de que se los dejen congelados por mucho tiempo?

Los anteriores son dos ejemplos, exagerados si se quiere, de lo que podría hacer una persona que tenga la habilidad de imitar al presidente, como la que nos quieren hacer creer que tiene la persona que el lunes 8 de agosto mandó un audio, advirtiendo sobre posibles enfrentamientos violentos, a propósito de la protesta de taxistas. Y digo que nos quieren hacer creer, porque los acontecimientos posteriores al surgimiento del audio parecen confirmar que el gobierno decidió conscientemente por un curso de acción específico, por razones injustificables, pero que podemos intuir, en el momento en que salió a desmentir que la voz que se escucha en el audio en cuestión es la de Solís.

La primera señal de que estamos ante el posible encubrimiento de un error presidencial, es el intento del gobierno de desestimar el audio como la broma de un excepcional imitador. Si efectivamente se trata de otra persona, esta reacción del gobierno es, en el mejor de los casos, irresponsable. La imitación es perfecta, y la posibilidad de que alguien con esa habilidad pueda causar problemas, es mas que evidente. La única razón por la que se puede desestimar tan alegremente esa amenaza, es que la verdad sea que el del audio es Solís.

La segunda señal es la reticencia de investigar lo sucedido. Primero se dijo que no era necesario, pero luego, presionados por los medios, el jefe de la DIS, al que Solís llama su ‘hermano”, anunció, no muy entusiastamente por cierto, que se iba a investigar “de oficio”, aunque rápidamente le restó importancia a la pesquisa, diciendo que la DIS se ocupa “de cosas mas importantes”.

Pero la principal prueba probablemente sea el audio mismo. Ya no digamos porque expertos imitadores dicen claramente que ese nivel de perfección no es alcanzable, sino porque el país tiene mas de 2 años de estar oyendo a Solís, y lo ha oído lo suficiente para tener un alto nivel de certeza de que quien manda este mensaje es él.

¿Y por qué no admitirlo, por qué negar algo que parece tan evidente? Porque admitir que es Solís, es aceptar que usó información privilegiada para advertir de posibles amenazas a un grupo igualmente privilegiado. Pudo haber justificado el audio diciendo que en realidad no estaba diciendo nada que no se supiera ya, y que sus familiares o grupo cercano deben tomar precauciones especiales. Habría sido muy discutible, pero también habría sido mas honesto.

Pero finalmente optaron por tratar de hacer pasar por falso un audio que cuesta creer que no es verdadero. Algo nos dice de la calidad de la asesoría que recibe Solís en Zapote, para que optaran por la alternativa mas peligrosa y que mas dudas genera.

La Presidencia tiene opciones para establecer definitivamente la verdad de los hechos. Si es Solís, puede dar un paso adelante y admitir la verdad, y afrontar las consecuencias. Un acto de contrición no le caería mal a este gobierno. O puede solicitar una verificación  independiente del audio, para demostrar que no se trata de Solís. Hay en el país el personal calificado y los equipos necesarios para hacer esto, en la Universidad de Costa Rica y en el Organismo de Investigación Judicial, así como una buena cantidad estudios privados. Tan fácil como eso.

No es una cosa superficial, como han querido ver algunos. Se trata, o de un peligroso imitador que puede causar problemas en el futuro, o de una mentira flagrante del gobierno. En ambos casos, el país necesita saber la verdad.

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