Un video en el que un taxista llena de insultos al presidente de la
República, que se viralizó en redes y que por respeto no reproduciremos aquí,
nos permite hacer varias reflexiones sobre lo que pasa en Costa Rica. Primero,
el video es una muestra más de la violencia que un día sí y otro también
se presenta en el país. Hasta ahora podríamos decir que se trata de una
violencia de baja intensidad, pero su presencia en ámbitos cotidianos y
comunes, en las calles atestadas, en las aulas, en los hogares y en las redes
sociales, entre otros, demuestra la existencia de un fenómeno social, al que
como comunidad deberíamos prestarle atención.
Las amenazas del taxista, sus ominosas referencias a calles llenas de
sangre, el lenguaje soez que emplea contra Solís, es a todas luces, no solo
inaceptable, sino que debe ser rechazado firmemente, por quienes creemos que
cualquier discrepancia debe dirimirse dentro de la institucionalidad, sin
necesidad de acudir a ninguna forma de violencia.
Pero, las formas no deben ocultar el problema de fondo, que debe solucionarse.
Detrás de la retórica violenta y desabrida del taxista el video, se vislumbra
una gran preocupación. Su peligrosa diatriba también trasluce el drama humano:
la disminución de sus ingresos, la incertidumbre frente al futuro, la suerte de
toda su familia en vilo.
El tema de UBER debe resolverse, pero no puede hacerse bien y de manera
sostenida, sin considerar el impacto que tiene, no tanto sobre ese gremio poco
apreciado socialmente, sino sobre el futuro de miles de
personas que dependen de ellos, de los hijos, nietas y parejas. Reducir la discusión al gremio y a sus equivocadas tácticas de lucha, es un error, porque
detrás de ellos se encuentran esas familias, que pueden estar pasando por una
situación angustiante.
Y la solución no puede circunscribirse a pedir un mejor servicio de parte
de unos, debería también procurar emparejar el terreno para que haya una verdadera
competencia, que es lo que finalmente beneficia al usuario, y, sobre todo,
normalizar la operación de una empresa cuyo estatus jurídico es nebuloso. Un
estado moderno no puede admitir que una cosa como esta suceda sin
consecuencias. Aceptar esto sería el principio del fin de un pilar básico ordenador de las
sociedades.
La otra cosa que llama la atención es lo que se percibe como una nueva
ola de endurecimiento de la opinión pública respecto al gobierno en general,
pero sobre todo en la opinión que la población tiene sobre Luis Guillermo Solís.
Cuando parecía, como había mencionado en algún otro momento, que la gente había tirado la toalla con este gobierno, el video del taxista, su
difusión en redes, y una reciente encuesta de la firma CID-Gallup, parecen
mostrar a una ciudadanía que pasa de la indiferencia a la molestia, de la
resignación a la indignación.
No es tanto el hecho de que solo el 1% de los encuestados cree que el gobierno está haciendo muy bien su trabajo, calificación que parece consistente si se contrasta con lo que la gente cree que este gobierno está haciendo -muy poco o nada-, sino en que, después de haber estado en la cresta de la popularidad, Solís aparece como el político con mas opiniones negativas del país.
Ya no es solo que el gobierno es mal calificado, cosa que comenzó a
reflejarse en las encuestas bastante rápido, sino que ahora la gente la
emprende directamente contra el presidente. En ese sentido, el video es una
señal. El taxista no le habla al gobierno, le habla directamente a Solís. Es a
él a quien le reclama directamente, a él es a quien le dirige sus peores
insultos. Faltando 21 meses para que termine este gobierno, no parece saludable
que eso pase, pero se percibe natural que así sea, cuando sus ministros lo han
abandonado, dejándolo sólo en el escenario, expuesto al tiroteo continuo de
grupos y medios, y cuando parece recibir con frecuencia una cuestionable asesoría de parte de
su grupo cercano en Zapote.
Hay una lógica de desgaste en el ejercicio del poder que es inevitable.
He sostenido que mientras no se comprenda con claridad el nuevo entorno social
y político, que deriva de una nueva dinámica potenciada por la tecnología, es
muy difícil que vuelva a haber gobiernos bien calificados. Pero el desgaste de
este gobierno, la crispación que exhiben algunos sectores, y la personalización
del descontento en la figura que ocupa la Presidencia de la República, apenas
pasada la marca de los dos años, debe llamar a la reflexión a todos los actores
políticos.
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El análisis del clásico es el tema principal de la ultima edición de Café Futbol CR, producción de Alvaro Gallardo, Alberto Alfaro y el lesionado Leonardo Pandolfi.
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