La idea de que el país sea dirigido por
un gobierno de unidad nacional a partir del 2018 ha venido tomando fuerza en
los últimos meses. Pero su concreción, como frecuentemente pasa en Costa Rica,
puede complicarse si no se tiene claro cuales deberían ser los objetivos principales
de un ejercicio como este.
El primero que planteó esta idea de
manera pública, ya hace unos meses, fue el diputado Ottón Solís. Algunos
señalaron la ironía que la propuesta del diputado no fuera para constituir este
gobierno desde ya, sin necesidad de esperar al 2018. Pero lo cierto es que el
actual gobierno no puede ser la base para un ejercicio como este. Sin músculo
en el parlamento, producto de una fracción legislativa oficialista que actúa
por la libre, y con la sensación generalizada que el presidente tiró la toalla desde hace
meses, es poco lo que se podría hacer para establecer un proyecto común en este
momento.
(Y lo anterior pese a que el actual es un
gobierno integrado por una buena cantidad de exmilitantes del Partido Unidad
Social Cristiana, y que incluso contó con los votos de la fracción legislativa
del PUSC –junto a la del Frente Amplio-, para elegir a Henry Mora comopresidente de la Asamblea Legislativa en el primer año de gobierno.)
¿Y por qué se necesita un gobierno de
unidad nacional? Entre otras razones, porque la nación política del siglo XXI
es sustancialmente diferente a la del siglo XX. No solo se trata de un
multipartidismo que parece haber llegado para quedarse, sino de un
cuestionamiento persistente de la legitimidad de un sistema que cada vez tiene
mas problemas para responder a demandas inéditas de una ciudadanía más
informada.
La coyuntura exige acciones igualmente
inéditas, precisamente como la constitución de un gobierno de unidad nacional. La
posibilidad de que esto se concrete está relacionada directamente con la
definición del para qué se quiere un gobierno de este tipo. Es aquí en donde se
construye el acuerdo base, sin el cual no es posible agrupar a fuerza de
distinto signo.
De cara a esta posibilidad, hay una
premisa que deberían tomar en cuenta las fuerzas políticas costarricenses: en
la cultura política prevaleciente, todas tienen opciones reales de poder. Las
preferencias electorales, antes signadas por la ideología, se construyen ahora
de manera diferente, de una forma que todavía no está del todo clara.
En este sentido, una candidatura que
genere confianza, o que articule la decepción y desconfianza que parece
prevalecer en el electorado, tendrá más peso que la ideología de la
organización que la postule. Pero, como lo comprobó rápidamente el actual
gobierno, hacerse con el poder es posiblemente el problema mas sencillo .
Utilizar ese poder para concretar una oferta electoral es el verdadero
problema, uno que al no solucionarse sigue profundizando la desconfianza y el
desánimo popular.
La confluencia de estos dos factores
debería facilitar un acuerdo alrededor de una agenda “neutra”. Propuestas que
giren alrededor de temas específicos de política pública, o peor aun, de una
visión ideologizada que apunte en una dirección muy específica, serán mucho más
complejas de discutir, y posiblemente terminen abortando cualquier esfuerzo.
Por eso el debate debe girar, no sobre la solución de problemas particulares,
sino mas bien sobre la solución de los mecanismos para la solución de los
problemas en general.
Esto significa, primero que nada,
devolver certeza al proceso de formación de leyes. Parece poco para un gobierno
de unidad nacional, pero para iniciar la maratón hacia el desarrollo se
necesita dar el primer paso. Existen varias iniciativas para reformar el
reglamento legislativo que van en esa dirección, desde las reformas integrales
hasta más puntuales que pretenden poner un límite razonable de tiempo para
votar los proyectos; la elección de una de estas alternativas debería estar en
el centro de un acuerdo nacional.
Una vez resuelto esto, se puede acometer
la discusión de otros temas perentorios, como el papel de la Sala
Constitucional, y el de los órganos de control, en el camino hacia la necesaria
recuperación de la capacidad de gestión del estado costarricenses. Asimismo, se
podría al fin debatir la imprescindible reforma de los mecanismos de elección popular que revitalice la representación política. Todos temas importantes,
pero alrededor de los cuales no es posible adoptar decisiones en las
circunstancias actuales, en donde se depende de la aparición providencial de un Presidente legislativo como el actual, para que haya acuerdos sobre algunos
temas. No debería ser así.
El objetivo principal de un gobierno de
unidad nacional a partir del 2018 debería entonces girar alrededor de estos
temas. A todas las fuerzas políticas les interesa. Se trata de desenmarañar el
camino, para que los que vengan después puedan efectivamente hacer lo que
prometieron. Enredar la cuestión hablando de políticas concretas, podría
hacernos perder la última oportunidad que el país tiene para encarrilarse nuevamente
por la senda del desarrollo, antes de que la impaciencia ciudadana termine
produciendo una solución al margen de la institucionalidad democrática.
Twitter: @robertogallardo
Facebook: https://www.facebook.com/roberto.j.gallardo.n/
En el episodio 33 de Cafe Futbol CR, Alvaro, Alberto y Leo analizan la crisis de la liga, y la convocatoria del Machillo de cara al partido contra Haití.
Twitter: @robertogallardo
Facebook: https://www.facebook.com/roberto.j.gallardo.n/
-0-
En el episodio 33 de Cafe Futbol CR, Alvaro, Alberto y Leo analizan la crisis de la liga, y la convocatoria del Machillo de cara al partido contra Haití.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario