Desde hace mucho tiempo se viene afirmando que el sistema bipartidista empezó a resquebrajarse en el 2002 y terminó de hacerse pedazos en el 2006. Yo siempre he tenido dudas sobre esta conclusión, pues han existido en la historia política de nuestro país coyunturas similares a la que vivimos en la actualidad, aun con matices diferentes, pero esencialmente iguales.
Me explico. Hace 4 años me decía mi amigo Alberto Cortés que la elección del 2006 había sido histórica pues se había caído "una de las torres gemelas de la política nacional", en referencia a la debacle electoral de la Unidad Social Cristiana. Para Alberto, así como para muchos otros colegas, esto, más el surgimiento del PAC constituía una prueba más de que el bipartidismo se encontraba en su ocaso y que a partir de ese punto era más probable la permanencia de un sistema multipartidista que un retorno al esquema bipartidista tradicional.
A mí me parecía que había que dar más tiempo para poder concluir una cosa como esta, pero de entrada pensé que igualmente posible era explicarse lo que estaba pasando acudiendo a la experiencia histórica, porque la torre gemela que se cayó en el 2006 se ha caído varias veces a lo largo de nuestra vida republicana. En efecto, los más importante grupos políticos que podríamos llamar de oposición al Partido Liberación Nacional han adoptado diversas denominaciones desde 1948: Unión Nacional, Republicano Nacional, Unificación Nacional, Coalición Unidad, Unidad Social Cristiana y Acción Ciudadana, producto de las sucesivas caídas de las torres opositoras a Liberación Nacional que han existido a lo largo de la historia. Le señalaba a Alberto que lo que a mí me parecía realmente nuevo respecto a la elección del 2006 era que por primera vez la oposición al PLN parecía recomponerse a la izquierda de ese partido, cuando lo tradicional había sido que lo hiciera a su derecha. Pero lo cierto es que la reinvención de las fuerzas antiliberacionistas ha sido una constante en la historia política de este país.
Incluso el escenario político actual tiene un referente histórico. En la elección de 1974 los partidos antiliberacionistas se presentaron separados a las elecciones y Daniel Oduber ganó las elecciones con un 43% de los votos. Aprendida la lección de esta elección, cuatro años después se gestó la creación de la coalición Unidad, que aunque encabezada por un ex-liberacionista se presentó a las elecciones como una alternativa de centro-derecha, para enfrentar de forma unitaria a Liberación Nacional. ¿Es posible algo así para el 2014?.
Si fuera así, bien podríamos cerrar el círculo iniciado en el 2002 y llegar a un escenario en que -nuevamente-, la oposición más fuerte al PLN se sitúe a la derecha de ese partido, sobre todo si el Movimiento Libertario sale fortalecido de esta elección. Pero hacer proyección de escenarios políticos en este país se ha vuelto casi imposible, dada la fluidez que, como acertadamente menciona Eduardo Ulibarri en su artículo del domingo pasado en La Nación, caracteriza al votante costarricense. Si algo he aprendido en estos últimos años es que en la política costarricense del siglo XXI todo es posible. Incluso ir de vuelta al bipartidismo.
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